Y después del amor… el odio entre Ana y Nico

La cosilla, porque no fue más, que tuvieron Ana y Nico se ha convertido en odio visceral.

Y de la misma manera que Ana se enarmora obsesivamente, enfila obsesivamente.

Y claro no hacen más que chocar.

Nico, que se ha revelado como un rencoroso (y reconozco que es duro sufrir a Ana) ha enfilado a Ana y por cercanía a Chiqui.

Y golpe bajo: Nico se va al confesionario a pedir la expulsión de Ana por insultarle y porque ha roto vasos en sus cabreos.

Nico sabe lo que le joroba a Ana que la llame loca… y no pierde ocasión de llamárselo.

Y encima dice que tiene miedo de que Ana se vuelva loca y le apuñale por la noche. Que tío más asqueroso.

Hay que ser poco listo para ser así. No creo que hubiese ganado el concurso, pero las pocas posibilidades que tuviera las ha dilapidado.

Ahora también os digo que uno de los sentimientos que más hieren y que más violentamente nos hacen reaccionar es el rechazo…

Y si eso se da en alguien, digamos peculiar, como Ana, pues para qué queremos más. De hecho la mujer sigue diciendo que quiere abrazarle.

Al final se reunieron y hablaron, pero en la típica conversación en la que más que reconciliarte te cabreas más.

Nico y Ainhoa se han quedado aislados. Su excusa es que toooooooodos los demás son falsos y están consursando. Pero ellos no, son súper naturales y sólo quieren vivir la experiencia.

La verdad, yo creo que Gran Hermano no lo gana quien quiere, sino quien puede. Puedes ser el más extratega del mundo, pero si al público no le gustas, no ganas.

Así que tienes que gustarle a la gente y punto y eso es difícil de hacer de forma artificial.

Nico además, es un ladrón. Robó tabaco a no se quien, para darselo a Ainhoa, por «amor» dice él.

«Yo no me llevo mal con nadie, pero me caen todos mal, son unos cabrones», dice Ainhoa. Toma ya.

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