Por Cláudia Morán
Ha vuelto a ocurrir. El ya décimo octavo golpe de Estado en 82 años ha dejado a los tailandeses sin rumbo, una vez más. Tailandia se encuentra dividida entre simpatizantes y detractores de un gobierno presumiblemente corrupto y el modelo de monarquía constitucional parece no contentar a una parte del pueblo, que se siente más próxima al Ejército que a sus propios gobernantes. Así, dos días después de haber declarado el estado de excepción, el Ejército tomó el poder el pasado jueves.