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Hachiko se reunió finalmente con su dueño

La Universidad de Tokio hizo una estatua que reúne a Hachiko con el profesor Ueno. El homenaje japonés a la fidelidad de un perro esperó 10 años a su dueño en una estación de tren, sin saber que había muerto.

La estatua que representa la comunión entre Hachiko y el profesor Ueno. Universidad de Tokio.

La estatua que representa la comunión entre Hachiko y el profesor Ueno. Universidad de Tokio.

La estatua inaugurada a principios de mes en la Facultad de Agricultura de la Universidad de Tokio recrea una escena en la que Hachiko saluda su dueño, el profesor Hidesaburo Ueno (1871 – 1925).

El proyecto fue financiado por voluntarios de la facultad que estuvieron tres años juntando donaciones para hacerla.

«Esperamos que la estatua se convierta en un símbolo del afecto profundo entre personas y animales», dijo uno de ellos a Japan Times.

Una historia de fidelidad y amor perruno

"Siempre a tu lado", la historia de Hachiko llevada al cine y protagonizada por Richard Gere.

«Siempre a tu lado», la historia de Hachiko llevada al cine y protagonizada por Richard Gere.

Hachiko nació en una granja cerca de la ciudad de Odate. Se lo regalaron al profesor Ueno a principios de 1924. Él no quería conservarlo, pero su hija insistió. Cuando ella se casó y abandonó la casa, «Hachi», como lo había nombrado por tener sus patitas delanteras chuecas (el kanji para la palabra ocho = 八), se quedó solo con el profesor.

El perro lo acompañaba a la estación para despedirse allí todos los días cuando su dueño iba al trabajo, y al final del día volvía a la estación a recibirlo. Esta rutina, que pasó a formar parte de la vida de ambos, pasó inadvertida por los transeúntes.

Hasta que un día el profesor no volvió, porque se había infartado y muerto antes de volver del trabajo. El perro se quedó en la estación, esperándolo, durante 10 años.

La historia trascendió de tal manera que fue llevada al cine. Incluso, en 1934 Hachiko vio inaugurarse su estatua en la estación Shibuya. Un año después murió y hoy se encuentra disecado en el Museo Nacional de Ciencia de Japón.

Ahora los japoneses rinden homenaje otra vez a uno de los mejores ejemplos de la buena convivencia entre animales y humanos.