A primera vista, todo son ventajas. La economía de la Unión Europea (UE) crecería 119.000 millones de euros anuales con la firma del Tratado de Libre Comercio e Inversión (TTIP en sus siglas en inglés) con Estados Unidos, mientras que la economía estadounidense aumentaría 95.000 millones de euros anuales. Además, este tratado convertiría la UE y EEUU en el área comercial más grande del mundo, ya que ambas zonas representan el 60% del PIB mundial. Obviamente, todo ello iría acompañado de generación de empleo y prosperidad, pero ¿es oro todo lo que reluce?
Pues bien, desde que se iniciaron las negociaciones del TTIP en febrero del 2012 hay muchas incógnitas al respecto, ya que todo se está negociando en absoluta privacidad y se ha evitado generar ningún tipo de debate político. Este absoluto secretismo hace que organizaciones de la sociedad civil teman que la firma del TTIP implique modificaciones sustanciales en la legislación europea en temas tan sensibles como el trabajo, el medio ambiente o la calidad de nuestra alimentación.
Y, precisamente, las críticas de la sociedad civil por esta falta de transparencia han sido tan duras que esta misma semana la Comisión Europea se ha visto obligada a publicar en su web sus propuestas en esta negociación.
“Estoy francamente satisfecha de que podamos empezar el año cumpliendo el compromiso que contrajimos ahora hace justo un poco más de un mes para mejorar nuestra transparencia”, dijo el 7 de enero la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström. En total, el tratado tiene 24 capítulos agrupados en tres apartados: acceso al mercado, cooperación regulatoria y el desarrollo comercial sostenible.