El 20 de junio de cada año conmemoramos la fortaleza, la valentía y la perseverancia de las personas refugiadas en el mundo entero. La mitad de los 19,6 millones de personas refugiadas en el mundo son mujeres, con necesidades y vulnerabilidades específicas que rara vez figuran en el primer plano de la acción humanitaria. Ellas enfrentan desafíos a lo largo del camino como la separación de familias, el estrés y trauma psicosocial, complicaciones de salud, daños y lesiones físicas, y sobretodo, riesgo de explotación y violencia de género.
Ante crisis de personas refugiadas y desplazamientos cada vez más prolongados –durando varias décadas en algunos casos– el acceso de las mujeres a oportunidades económicas, educación, atención médica, incluidos servicios de salud sexual y reproductiva, es de suma importancia, así como potenciar sus capacidades de liderazgo.
Un buen ejemplo de gestión de refugiadas es Tanzania:
En Tanzania existen tres centros de mujeres apoyados por ONU Mujeres donde las refugiadas encuentran espacios seguros para establecer redes, aprender nuevas habilidades y recuperarse del trauma de la guerra y la violencia sexual. Muchas han conseguido nuevos trabajos y abogan por sus propios derechos.