Con Dilma Rousseff ocupada en conseguir inversiones en Davos por la economía que se desacelera, Brasil se despertó esta mañana con la noticia de que muchos de los negocios de Río de Janeiro y San Pablo permanecerán cerrados por miedo a jóvenes de clase baja que se reúnen en sus puertas, los rolezinhos. Cómo el Pais Tropical pasó de ser el sueño americano de Latinoamérica al gigante con los pies de barro, sin escalas.