La primera vez que oí el nombre de Odebrecht corría entre el 2010 o 2012, cuando viví en Ecuador. En ese entonces, la empresa ganó la licitación para una infraestructura en el país. Ahora, Odebrecht es el centro de la investigación de uno de las tramas más complejas de corrupción del planeta.
Esta constructora tiene presencia en buena parte de los países latinoamericanos y, entre otros, actualmente está siendo investigada en Brasil, Argentina, Perú, Ecuador, Venezuela, El Salvador, Colombia o Panamá. Pero los tentáculos de Odebrecht también han llegado a Angola, Mozambique, Ghana, Portugal, Estados Unidos, Emiratos Árabes. Kuwait, Liberia o Libia, según la web de esta empresa especializada en la construcción e ingeniería de infraestructuras civiles.
La compañía nació alrededor de los años 40 en Salvador de Bahía (Brasil) de la mano de Norberto Odebrecht. Después se hizo cargo su hijo Emilio y a continuación el nieto Marcelo Odebrecht, que ingresó en la cárcel en junio del 2015. Este último multiplicó la facturación de la empresa en la época de bonanza de Brasil que coincidió con las presidencias de, Luiz Inacio Lula da Silva, y los primeros años de Dilma Rousseff. La compañía llegó a tener hasta 125.000 trabajadores repartidos en una treintena de países.