Por Blanca Blay
El 4 de julio escribí el post ‘La privatización de una guerra’ y terminaba diciendo: “Esperemos que se haga justicia y que estas empresas dejen de gozar de impunidad”. Y en parte así ha sucedido. La justicia ha tardado siete años en llegar, pero ha llegado.
Después de que este verano se retomara el caso de la masacre que dejó 17 civiles muertos y una veintena de heridos en la plaza Nisour, en Bagdad, los cuatro miembros de Blackwater acusados de disparar y lanzar granadas bajo la falsa convicción que serían atacados han sido declarados culpables. Alegaron que fue en defensa propia.
Ese 16 de Septiembre de 2007 ninguna de las víctimas iba armada, algo que remarcó el fiscal federal Anthony Asuncion en el juicio, que ha tenido lugar esta semana en Washington. Todas ellas se encontraban en un atasco de tráfico, en una abarrotada intersección, cuando sonaron disparos provenientes del convoy Raven23 en el que se encontraban los acusados. Una treintena de testigos y familiares llevados desde Irak han tenido que revivir una vez más la angustia y el horror de ese instante que cambió sus vidas para siempre.