Esta semana las autoridades policiales francesas han empezado el desmantelamiento y la destrucción del asentamiento de Calais, en Francia, que albergaba entre 6.000-según cifras oficiales- y 9.000 inmigrantes -según ONG y organizaciones locales-. Huyendo de la violencia en sus países y después de meses de travesía, la mayoría se refugiaban en este campo con la esperanza de tarde o temprano llegar a Reino Unido, a tan sólo 30 kilómetros de distancia.
La demolición del campo, a golpe de fuego, se llevaba rumoreando desde hace meses pero la confirmación oficial no llegó hasta septiembre, cuando el presidente francés François Hollande visitó las inmediaciones y lo comunicó. En esa ocasión Hollande aprovechó para hacer una llamada a Reino Unido, a quién pedía que se responsabilizase también de la crisis migratoria en Calais siendo parte de la solución.