Era de madrugada, una treintena de soldados entraron en la Universidad Centroamericana (UCA) subieron hasta las zonas de los cuartos, sacaron los seis jesuitas a medio vestir, los llevaron al patio, ahí les obligaron a tumbarse boca bajo y les dispararon. También mataron a doña Elba, que trabajaba en la casa, y a su hija Celina, una adolescente de quince años.
Esto fue un 16 de noviembre de 1989 en San Salvador. 25 años después, Ignacio Ellacuría, conocido teólogo de la liberación, Ignacio Martín Baró, vicerrector de la UCA, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Amando López y Joaquín López, todos ellos españoles excepto el último, que era salvadoreño, y las os mujeres aún buscan justicia.
En poco más de diez años (1979-1992), la guerra de El Salvador dejó más de 75.000 muertos, el 80% civiles. Estos no son los únicos jesuitas que fueron asesinados por el aparato del estado, el ejército o las alas más conservadoras de la sociedad. El 12 de marzo de 1977 fue asesinado el párroco de Aguilares, Rutilio Grande, mientras que el 24 de marzo de 1980 sellaron la vida del arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, una de las voces más fuertes dentro de los jesuitas a favor de la justicia social.