La noticia ha corrido como la pólvora esta semana y dado la vuelta al mundo gracias a las redes sociales: Bután acaba de plantar 108.000 árboles en homenaje al bebé real que acaba de venir al mundo. Y es lógico, si tenemos en cuenta que este pequeño país del Himalaya es, probablemente, el más ecológico del mundo, y muchos afirman que también es el más feliz. Hay baremo: cuentan con su propio indicador de Felicidad Nacional Bruta, al que se da más importancia que al mismísimo PIB en base a una aspiración de la realeza de conseguir el bienestar social. Todo bien, hasta que reparamos en que la Felicidad Nacional Bruta se introdujo en 1974, pero todavía 1 de cada 4 personas en Bután se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. Y en que, por supuesto, la realeza butanesa no plantó ningún árbol.