Por Cláudia Morán
Ellos fueron los precursores de la Primavera Árabe y del movimiento 15-M en el mundo entero. Su valentía y sus ganas de cambiar las cosas les convirtieron en el ejemplo de cómo un pueblo puede acabar con un régimen totalitario y corrupto hasta la podredumbre. La Revolución de los Jazmines tunecina contagió a sus países vecinos (Egipto, Libia, Yemen, Siria…) ese espíritu revolucionario y puso de manifiesto la peor cara del mundo en el que vivimos: la comunidad internacional negociaba con regímenes totalitarios y hacía la vista gorda con el sufrimiento de los pueblos. A pesar de ello, Túnez no ha conseguido la estabilidad democrática ni el Estado de derecho que deseaba.