Por Cláudia Morán
El periodismo no es un delito y eso es algo que nadie se atreve a contradecir de manera oficial. Pero, ¿y si un país decidiera perseguir la libertad de expresión de los periodistas bajo el argumento de «proteger la seguridad del país»? Eso es exactamente lo que está ocurriendo en Egipto. Desde la destitución de Mohamed Morsi al frente del gobierno por el golpe de estado de Abdel Fatah al Sisi en junio de 2013, decenas de periodistas han sido detenidos y procesados ante tribunales militares.