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Adiós a las armas, hola a las lupas

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Un cocodrilo en el Parque Nacional Natural de la Serranía de Chiribiquete en el Caquetá fotografiado durante la expedición en la región / Fernando Trujillo / Gobierno Colombia

La salida de las Farc de los territorios selváticos, han dejado infinitas extensiones de fauna y flora sin explorar. Ahora ha llegado el momento de las cruzadas científicas, que en tiempos de paz han entrado a descubrir las maravillas de la madre tierra. Es el momento de cambiar las armas por las lupas.

Si has vivido en Centroamérica o Colombia sabrás que el Dairén, hasta hace poco, era un de las pocas fronteras que no se podían cruzar a pie. Esta zona selvática se encuentra sumergida en la reserva del Chocó y divide Panamá con Colombia. Durante años, guerrilleros y narcotraficantes han controlado esta región, por lo que era tan peligrosa que tan solo se podía cruzar por avión o en barco. La reserva del Chocó es tan amplia que atraviesa buena parte del país, llega hasta el departamento de Nariño, al sur, y entra en el vecino Ecuador. También esta frontera sureña era conflictiva, donde grupos armados se desplazaban de un lado al otro.

Caquetá, Putumayo o Amazonas son los tres departamentos inundados por la majestuosa selva amazónica. También zonas de batalla durante el largo conflicto colombiano. En el Meta se encuentra la ciudad de la Macarena, que acoge la fosa común más grande en época de democracia. En ella, restos de 2.000 cadáveres asesinados por los militares o paramilitares. En este departamento se esconde uno de los mayores tesoros del país sin explorar: Caño Cristiales o también conocido como el río de los cinco colores o el arcaoiris que se derritió. Sus cien kilómetros de cauce entremezclan aguas rojas, amarillas, verdes, negras, azules y rosadas.

Todos ellos, territorios por explorar que no se podrán resistir a las manos de los biólogos de la Expediciones Bio. Estas campañas empezaron a articularse en el 2016, coincidiendo con la firma de paz del Gobierno con las FARC y la desmilitarización de los territorios ocupados por las FARC a finales del año pasado. Esto ha conllevado que 800 investigadores locales, nacionales e internacionales penetren en estas zonas. En total se harán una veintena de campañas que pondrán su punto final el 2018.

“Hoy, después de 60 años, podemos entrar a la zona, nos hemos dado el lujo de incluir a una experta alemana en mariposas que compartirá escenario con el doctor Gonzalo Andrade, uno de los científicos colombianos más reconocidos en este campo”, dijo Luz Marina Mantilla, directora del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), decía a principios de enero según declaraciones en el diario El Tiempo. Precisamente, a raíz de este viaje se hallaron seis nuevas especies de mariposas.

Y es que 60 años de conflicto han dejado muchos tesoros naturales ocultos, pero Colombia es un diamante en bruto para explorar. De momento, hay registrado en este país 1.889 especies de ave, 4.000 orquídeas, 2.000 peces marinos, 3.000 mariposas y 1.239 macrohongos. “Sin embargo, aún existen grandes vacíos de conocimiento sobre la biodiversidad en nuestro país, las Expediciones Bio son la gran oportunidad de llegar a territorios no explorados e incrementar nuestro inventario en biodiversidad”, matiza el Gobierno colombiano en la presentación del proyecto en su web.

E indudablemente estas cifras se incrementarán, ya que es el segundo país del mundo con mayor biodiversidad por metro cuadrado; más de la mitad de su superficie, un 53%, está cubierta por bosques; y, además, acoge un total de 311 de ecosistemas continentales y marinos.

«Nosotros hemos tenido casi un tercio del país bloqueado, producto del conflicto, territorio al que la ciencia no había podido entrar en décadas. Estos territorios, que ahora llamamos de posconflicto, son también los más biodiversos de Colombia y el mundo. Son bosques tropicales del mayor interés científico por la cantidad de especies que tenemos contenidos en estos”, explicó también el rotativo El Tiempo, Felipe García, gerente del proyecto.

Para ello, el equipo humano va acompañado de nuevas herramientas tecnológicas como cámaras trampa, que detecta el movimiento de los animales y los fotografía en plena acción. También hay otras cámaras acuáticas que captan el sonido, miden las temperaturas o estudian nuevas especies con un gran nivel de precisión.

Todas estas expediciones ya están dando sus frutos y no solo se han encontrado especies de mariposas en el Caquetá, si no que se han localizado aves que hacía 30 años de las cuales no había registro y que, por tanto, estaban en las listas rojas o consideradas a punto de desaparecer. En el Peñón, en el departamento de Santander al noroeste de Bogotá y en medio de la región andina, se encontró una nueva especie de pez.

Implicación de la población local

Estas campañas, por eso, los científicos no las están realizando solos. En muchos casos, van acompañados por exguerrilleros de las FARC, que conocen el territorio. Además, la población local también acude con ellos con el objetivo que conozcan bien su territorio.

Y es que la finalidad última es encontrar esta colaboración de los moradores de la zona. “Estas expediciones, vendrán acompañadas de un proceso de co-construcción con las comunidades locales, las cuales juegan un papel de gran relevancia, dado al conocimiento tradicional que tienen de sus territorios, fauna y flora”, resalta el Gobierno colombiano.

Pero aún hay un reto más grande: la conservación. En países vecinos, zonas selváticas o con grandes recursos naturales han sucumbido a actividades como la tala de árboles o la minería ilegal. Ahora, por eso, el objetivo es proteger estas zonas prácticamente vírgenes en Colombia y, para ello, las autoridades buscan la cooperación de las poblaciones locales.

“Queremos que la misma gente haga parte de la defensa de su biodiversidad. Realmente tenemos que persuadir y educar a la comunidad para que esta zona no entre en el cordón de deforestación”, destacó Mantilla en el rotativo colombiano.

Tras las cruzadas científicas, se inicia una nueva batalla: conseguir que este tesoro se preserve y no desaparezca. Colombia tiene la oportunidad única de cuidar la joya verde de la naturaleza, que en muchos rincones del mundo se ha destruido.

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