Yahya Jammeh/Flickr.
El 1 de diciembre se celebraron elecciones en Gambia. El candidato de la oposición Adama Barrow ganó con un 45,6% de los votos al dictador Yahya Jammeh (36,7%), quien lleva en el poder desde 1994.
En un principio el presidente saliente aceptó su derrota. «Siempre he dicho que, incluso si mi oponente ganara por un voto, respetaría los resultados» llegó a decir Jammeh. Sin embargo, una semana después cambió de opinión y rechazó lo que los gambianos habían votado en las urnas.
Lo que podría haber sido un hito histórico en Gambia, de momento se ha quedado en agua de borrajas. Este pequeño país sólo ha sido presidido por dos mandatarios: Daouda Jawara (1970-1994) y Yahya Jammeh (desde 1994-2017?), quien derrocó al primero a través de un golpe de Estado. A pesar de que en 1996 se restablecieran las elecciones siempre las había ganado Jammeh, aunque cierto es que la sombra del pucherazo siempre ha estado presente.
Las más de dos décadas de Jammeh al frente del país se han caracterizado por la persecución de los críticos y de las minorías sexuales. Además, ha sido criticado reiteradamente por no respetar los Derechos Humanos.
En los últimos años, el aún presidente ha retirado al país de la Commonwealth y de la Corte Penal Internacional, dos decisiones que Barrow prometió revertir si llega a la presidencia.
Habrá que esperar al 19 de enero, día que finaliza el mandato de Jammeh, para ver si finalmente entra en razón y se puede llevar a cabo una transición política sin sobresaltos. Por si esto no ocurriera, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) ha tomado cartas en el asunto y ha declarado que enviará tropas a Gambia «para restablecer la voluntad del pueblo».
Gambia necesita un granbomba caraanchoa.
26 diciembre 2016 | 15:41