Goldman Sachs is not an after shave Goldman Sachs is not an after shave

Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

Trump y Latinoamérica

Obama durante su visita oficial en Cuba en marzo, la primera de un presidente de EEUU en 90 años / Jeffrey Arguedas / EFE

Obama durante su visita oficial en Cuba en marzo, la primera de un presidente de EEUU en 90 años / Jeffrey Arguedas / EFE

Dos de los principales legados del presidente Barack Obama en Latinoamérica están a punto de volar por los aires si Donald Trump cumple sus promesas electorales. El primero es la restauración de las relaciones diplomáticas con Cuba, después de más de cincuenta años de estar congeladas. El segundo  el Acuerdo Transpacífico de Asociación (TPP), hasta ahora el tratado comercial más grande del mundo y en el que están adheridos países de ambos lados del océano, tanto de América como de Asia.

“El aislamiento no ha funcionado”, con esta frase histórica, Obama anunció el 14 de diciembre del 2014 que Estados Unidos restablecía sus relaciones con la Cuba, después de 53 años de estar congeladas y de embargo.

Tras la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), Washington cada vez está más relegado en la región. Los latinoamericanos han sabido construir su propio entidad, en el que también se incluye a Cuba. Hasta ahora, el único organismo supranacional que existía en el continente era la Organización de Estados Americanos (OEA), que nació en 1948. La Habana fue expulsada el 1962 de este organismo, que está prácticamente financiado por Estados Unidos.

Desde un primer momento, los republicanos se mostraron en desacuerdo de este restablecimiento de las relaciones con Cuba. De hecho, como tienen mayoría en el Congreso, Obama lo tuvo que aprobar por decreto ejecutivo.

Durante la campaña, Trump prometió en reiteradas ocasiones que iba dejar en papel mojado el legado de Obama respecto a la Habana. Y parece que los cubanos residentes en Florida, a solo 122 kilómetros de la Isla, están de acuerdo. De hecho, Trump ganó en este Estado, donde reside la mayor comunidad de cubanos exiliados en el país y que, principalmente, son partidarios de mantener una línea dura con el régimen castrista.

Lo que está por ver es que medidas tomará Trump y si optará por romper unilateralmente las relaciones, dejará que se congelen por si solas o se alejará políticamente, pero dejará que la parte económica siga desarrollándose.

La otra gran herencia de Obama que afecta a la región, y también Asia, es el  TPP, que se firmó en febrero por doce países que engloba alrededor del 40% de la economía mundial y un tercio de todo el flujo del comercio internacional. En el lado americano están presentes Chile, Perú, México y Estados Unidos.

Esta semana Trump, acorde a lo que ha venido diciendo durante toda la campaña, destacó que este acuerdo es “un desastre potencial” para Estados Unidos e indicó que apuesta por los tratados bilaterales. Por eso, señaló que es una de las cosas que va abordar en sus primeros cien días de mandato.

Básicamente, la promesa del presidente electro podría dejar de herido de muerte del TPP y los tres países latinoamericanos ven como se difuminan sus esperanzas de poder entrar en un acuerdo comercial con Asia. Esto es así, porque para que este acuerdo entre vigencia requiere que lo ratifiquen, como mínimo, seis países que al mismo tiempo represente el  85% del PIB. Tan solo Japón y Estados Unidos representan el 79%, por lo que si se excluye Washington de esta aritmética los otros estados juntos se quedarían en las puertas con un 83% del PIB.

El muro y las deportaciones

Sin duda, sus medidas de migratorias también tendrán sus consecuencias en la región, especialmente, en México y Centroamérica. Trump prometió que haría un muro en la frontera con su vecino del Sur. Ahora bien, la gran incógnita es cómo se financiará, porque durante la campaña electoral aseguró que lo pagarían los mexicanos, una idea a la que se ha opuesto el gobierno del país.

Además, en el momento que Trump levanté el muro se dará cuenta que por muchos ladrillos que se pongan en las fronteras, cuando la gente huye de la pobreza, el hambre o situaciones de guerra no hay barrera que lo impida. Una buena demostración de ello es Europa. Si bien España ha levantado vallas de Ceuta y Melilla para impedir la entrada de subsaharianos, estos  llegan a Europa vía Italia o Grecia y a través de Libia.

Uno de los grandes problemas que acecha a Centroamérica, junto la pobreza, es el incremento de la violencia. Esta región es de las más violentas del mundo. Tras la capital venezolana, San Pedro de Sula en Honduras es la segunda ciudad que registró en 2015 más homicidios, un total de 111,03 por cada 100.000 habitantes. En este trágico ránking le sigue San Salvador, con 108,54.

Buena medida de estas cifras también se deben a la influencia de las maras. Estos grupos nacieron en barrios pobres de Estados Unidos y en contraposición a bandas de afrodescendientes. Los miembros de las maras fueron deportados a sus países, donde reprodujeron la forma de actuar e incrementaron los índices de violencia en la región.

Trump prometió que va a echar de Estados Unidos o encarcelar a todos los inmigrantes que “tienen antecedentes criminales, traficantes de drogas, miembros de bandas”. Según cálculos del presidente electo esto podría representar entre dos o tres millones de personas.  Esto está por ver cómo puede afectar a la ya vulnerable situación de Centroamérica, sumergida en la violencia producidas por las fuertes desigualdades económicas. Si hace estos, no habrá muros tan altos que puedan frenar la llegada de inmigrantes centroamericanos a Estados Unidos.

 

Los comentarios están cerrados.