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Ecuador y el conflicto colombiano

En el lado del foto, la comunidad del Palmar, al otro lado del río Putumayo, Colombia / Núria Segura Insa

En el lado del foto, la comunidad del Palmar, al otro lado del río Putumayo, Colombia / Núria Segura Insa

A parte de Colombia, no hay otro país que conozca mejor en sus propias carnes el conflicto colombiano como Ecuador, su vecino del sur. Ahora, además, acogerá las negociaciones de paz entre el ejecutivo de Bogotá y el grupo guerrillero el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Hace cinco años tuve la oportunidad de visitar con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) el Palmar, una comunidad en Ecuador en la frontera con Colombia, situada en la selva amazónica. Aquí tan solo divide los dos países el río Putumayo. En el lado colombiano, en ese entonces, estaba el conflicto en su estado más caliente donde combatían paramilitares, guerrilleros y grupos de narcotráfico, que cultivaban coca.

En el lado ecuatoriano se respiraba una inquietante tranquilidad. Inquietante, porque estaba repleto de refugiados que relataban las historias más densas y sangrientas de la guerra. El Acnur no me dejaba ir sola por la comunidad, porque el lado ecuatoriano era el sitio de “descanso” de grupos armados colombianos.  Por descanso, simple y llanamente, entendemos donde las diversas facciones armadas colombianas iban a prostíbulos, a emborracharse o a las farmacias para comprar medicamentos y otros materiales para sus heridos. En la selva no hay fronteras, no hay barreras, por lo que a menudo el lado ecuatoriano también se volvía una zona caliente.

La comunidad del Palmar, lejos del gobierno de Quito, estaba compuesta por chabolas de madera que sus habitantes construían y le faltaban muchos de los servicios básicos. No solo estaba sin asfaltar las calles, sino que ni tan siquiera tenían agua potable o un sistema de saneamiento.

Una casa del Palmar / Núria Segura Insa

Una casa del Palmar / Núria Segura Insa

En 2005, en esta humilde población tan solo vivían 15 familias, cuando yo fui en el 2011 ya llegaban a las 80 a raíz de la llegada de refugiados colombianos. Estos ecuatorianos hacían una labor titánica para acoger sus nuevos vecinos, devastados por situaciones de guerra. Niños con sonrisas rotas, pero con ganas de seguir soñando.

Eso es una tónica que se repite a la largo de la frontera colombo-ecuatoriana, donde predomina la selva. En la parte Atlántica se encuentra la reserva del  Chocó y en el oeste la Amazónica, mientras que en el centro está el paso fronterizo de  Tulcán, en los Andes.

Ecuador es el primer país de la región con más refugiados colombianos, unos 53.000, según cifras del país en 2012. El ahora secretario General de la ONU, Antonio Guterres, visitó repetidas ocasiones Ecuador en calidad de la máxima autoridad del Acnur. En ese entonces, alabó los esfuerzos que realizaba el gobierno quiteño para acoger a los refugiados, pese a sus escasos recursos.

Crisis diplomática

Pero el conflicto colombiano, también llegó hasta el estado más político. Ecuador y Colombia rompieron durante más de dos años sus relaciones diplomáticas. Todo empezó la noche del 1 al 2 de marzo del 2008, cuando el ejército colombiano derribó en suelo ecuatoriano un campamento de las FARC y acabó con la vida de uno de sus líderes más destacados, Raúl Reyes, doce combatientes, cinco estudiantes mexicanos y un civil ecuatoriano. En ese entonces, era ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y el presidente era, Álvaro Uribe.

Dos días después, su homólogo ecuatoriano, Rafael Correa, rompió relaciones con Bogotá al considerar que violó el espacio ecuatoriano para perpetrar una operación militar sin avisar previamente de la operación a las autoridades ecuatorianas ni tampoco a la policía fronteriza que trabajaba conjuntamente en los dos países. Los dos embajadores abandonaron sus cargos y las sedes diplomáticas quedaron prácticamente vacías. En el caso de Ecuador, en la embajada colombiana solo se ofrecía asesoramiento empresarial.

No fue hasta más de dos años después, en noviembre del 2010, cuando los dos países volvieron a restablecer sus relaciones. En ese entonces, Uribe ya no estaba en la presidencia, sino Santos, el mandatario que ha emprendido negociaciones con las FARC y el ELN, por lo que este año le han otorgado el Premio Nobel de la Paz.

Camino hacia la paz

Ahora, Ecuador volverá a vivir el conflicto colombiano de cerca, pero esperemos que esta vez para encontrar una paz definitiva. A partir del jueves, 27 de octubre, su capital, Quito, acogerá las rondas de negociaciones entre el gobierno colombiano y el ELN, que nació en 1964 y tiene  2.500 combatientes frente los 8.000 de las FARC.

Sobre las conversaciones planea el reciente No en el referéndum del acuerdo de paz entre Colombia y las FARC, que ganó por el 50,22%, pero que sin duda fuer marcado por la fuerte abstención, más del 62%. Ese No, por eso, no debe ser un No a la paz, sino un mandato para seguir trabajando para que cuando se logre se más estable, más duradera.

El cineasta colombiano Carlos César Arbeláez, a quien tuve la oportunidad de entrevistar en 2011, me comentó sobre el conflicto de su país “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. En ese entonces, no se habían ni empezado las negociaciones con las FARC, pero entre los colombianos hace tiempo que hay el deseo de paz, de acabar con un conflicto que dura más de cinco décadas, ha dejado tras de sí más de 220.000 muertos, 25.000 desaparecidos más de cinco millones de desplazados y de 350.000 refugiados. Nadie dijo que la paz, fuera fácil, estará llena de obstáculos, pero llegar, llegará.

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1 comentario

  1. Los conflictos nunca son positivos, ninguna de las partes progresa si no se conversa y se está dispuesto a mejorar.

    24 octubre 2016 | 14:53

Los comentarios están cerrados.