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El día que los 85 muertos de la AMIA volvieron a morir

(19/01/15 – Buenos Aires) En Argentina hay un antes y un después del 19 de enero de 2015.

Esta madrugada murió el fiscal que la semana pasada denunció a la presidenta Cristina Fernández por encubrimiento en la causa AMIA, a través de un pacto secreto con Irán.

El fiscal Alberto Nisman apareció muerto en el baño de su casa de Puerto Madero. La puerta del departamento estaba cerrada desde adentro, la del baño también. El diario del domingo seguía en la puerta. Los papeles que pensaba presentar hoy en su comparecencia frente al Congreso estaban en un escritorio.

Al lado del cuerpo, una pistola calibre 22 y un casquillo. Un solo disparo fue suficiente para darle muerte.

Operativo en el edificio del fiscal, esta madrugada. Carolina Magri (TN)

Operativo en el edificio del fiscal, esta madrugada. Carolina Magri (TN)

«Todo apunta hacia una hipótesis de suicidio», dijo el secretario de Seguridad, Sergio Berni. La fiscal de la causa, Viviana Fein fue más cautelosa. Dijo que «hay que esperar a que la autopsia determine la causa de muerte» y confirmó a esta cronista que la primera persona en encontrarlo fue su madre, que tuvo que llamar a un cerrajero para entrar.

Él le había anticipado a su hija de 15 años, que iba a «escuchar muchas cosas feas» sobre él durante los próximos meses y que muchas de ellas no iban a ser ciertas.

Nisman vivía en un piso 13. ¿Es posible que un asesino ingresara por otro medio a la vivienda? ¿Pudo haber sido inducido a quitarse la vida? ¿No soportó las presiones y decidió suicidarse? Y el dato clave: ¿eran verdaderas sus denuncias?

El 14 de enero el fiscal denunció que la Argentina firmó el Memorándum de entendimiento con Irán para garantizar la impunidad de ciudadanos iraníes, lo que intercambió por la compra de soja y petróleo. 

En la trama estaban involucrados cuatro personajes de la política argentina:

1. El piquetero Luis D’Elía, afín al gobierno y quien, presuntamente, oficiaba como nexo con Irán;

2. El canciller Héctor Timerman, encargado – según las denuncias de Nisman- de bajar las circulares rojas de Interpol para establecer el pacto secreto (algo que finalmente no se logró)

3. El dirigente social Fernando Esteche, supuesto cerebro de la operación

4. Andrés «El Cuervo» Larroque, dirigente de la asociación kirchnerista «La Cámpora» y supuesto vocero presidencial en el asunto.

Todos ellos son nombres pesados de la política interna. Y lo más fuerte es lo que implica: un supuesto uso de la diplomacia estatal para conseguir un fin económico que – más allá de las denuncias – finalmente se obtuvo: el intercambio comercial con Irán se multiplicó 1100 veces en los últimos 6 años.

Las denuncias se basan en una serie de escuchas, que nunca se hicieron públicas. Además, «todo lo que dicen las escuchas está corroborado por otros elementos de la causa», dijo Nisman al canal Todo Noticias.

En seguida salieron las voces oficialistas a decir que esto tenía que ver con una limpieza reciente en la Secretaría de Inteligencia (exSIDE) y una venganza del espía Jaime Stiusso. El Jefe de Gabinete llegó a decir que el «affaire» Nisman era un invento de los medios para tapar la excelente temporada de verano en la Costa Argentina.

Hoy se suponía que iba a echar luz sobre el caso, dado que debía presentar sus indicios al Congreso. Esta tarde, a las 15h., iba a comparecer. No llegó. Sus secretarios deberán llevar las pruebas a la justicia y el juez Ariel Lijo será el encargado de definir el curso de las denuncias.

Pero mientras tanto, hoy es un día triste para la Democracia. En Buenos Aires llueve y es el cielo gris. Recuerda un poco a los aniversarios del atentado, que siempre están plagados de paraguas porque es invierno (18 de julio) y tiempo no acompaña.

Hoy nos arcordamos, y estamos tristes. Porque volvió la incertidumbre y los vínculos con el poder. Porque los 85 muertos del atentado a la AMIA volvieron a morir. Porque la causa se cobró una nueva víctima. 

 

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