Una mina ha conseguido unir a musulmanes y cristianos en la República Centroafricana. Utilizan esta infraestructura abandonada por las multinacionales que querían huir de la violencia étnica. Ahora, trabajan juntos a por el oro, dejando de lado el conflicto que inunda el resto del país.
Personas que buscan oro y diamantes para comprarse una casa, sin violencia, sin armas. Los únicos hombres armados que hay están ahí para controlar la mina. Cada día llegan más hombres y mujeres en busca de la paz y la fortuna.
La República Centroafricana es uno de los países más pobres del mundo y se encuentra entre los diez países más pobres de África. Pero tiene una gran riqueza en recursos minerales, tales como las reservas de uranio en Bakouma, petróleo en Vakaga y otras reservas de oro y diamantes. Este no ha sido nunca un país estable. Desde su independencia en los años 60, su historia ha sido un sinvivir de golpes de estado y revolución y los presidentes llegaban al gobierno casi siempre a punta de pistola. Ha crecido una gran inestabilidad acompañada de la proliferación de armas y el tráfico de diamantes ilegal.
El odio masivo hacia los musulmanes tiene una larga historia de “conflicto latente”, al largo de los años ha habido episodios diferentes que han sido preludio de lo que ahora se vive en ese continente. Muchos musulmanes, temerosos de su reputación desde la óptica cristiana, empezaron a adquirir armas para defenderse y esto provocó aún más reticencia en sus vecinos. Al menos 100.000 personas se han desplazado de sus casas huyendo del conflicto. Los militantes musulmanes, que intentan controlar el territorio, salen a la busca de simpatizantes cristianos. Y viceversa, los que quedan aguantan un terremoto que no se sabe cuándo va a acabar y que deja atrás miles de víctimas fatales.
La República Centroafricana vive una profunda crisis humanitaria e institucional. La comunidad internacional habla de evitar una «nueva Ruanda» en el corazón del continente. La ayuda llega con dificultades a esta región.
En busca del oro
Que unos que están en lucha constante se unan en busca del oro, sorprende. El dinero, como siempre, lo mueve todo, capaz de hacer olvidar a unos pocos la espiral de violencia….ojalá todo el país encontrara algo para lo que cooperar, pero no existe tanto oro en el mundo para calmar a tantos.
MARIA GOBERN
@mariagobern
maria.gobern@gmail.com
Quisiera ser tan optimista como tú, María, y ojalá cundiera el ejemplo cooperativo de esta mina en otras empresas abandonadas en Centroáfrica, pero el oro…¿cuánto tardará en hacer intervenir a las mafias internacionales? Crucemos los dedos.
01 mayo 2014 | 11:11