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La nueva ruta de la coca

Hoja de Coca en la altura peruana

Hoja de Coca en la altura peruana

Como si siguiera una ley natural, el narcotráfico no se pierde, sólo se transforma. La «limpieza» de los gobiernos de Pastrana, Uribe y Santos en Colombia y sus sucesivos acuerdos con las FARC no hicieron otra cosa que volcar el cultivo de coca más al Sur. Porque si algo nos enseñó Adam Smith es que mientras haya demanda, el mercado se las rebuscará para que haya oferta.

Antes del auge de los carteles colombianos de los ’80 y ’90, Perú era el principal productor de coca en el mundo. Después de los gobiernos de Uribe y Santos, el ciclo volvió al comienzo y hoy Perú supera a Colombia en 12.400 hectáreas del arbusto, convirtiéndose en el primer productor de coca del mundo.

Desde que la sociedad colombiana, bajo la tutela de Estados Unidos a través del Plan Colombia (7.500 millones de dólares),  dijo basta y decidió poner un fin a la producción en masa de cultivos de planta de coca, Perú lucha contra la proliferación de hectáreas y hectáreas de «la mata que mata», como le llaman al arbusto. 

Un 86% de estos cultivos son destinados al narcotráfico, que escapa del continente por vías nuevas, como Brasil o Argentina. Y como crecen las plantas, crecen las redes delictivas a través de toda Sudamérica.

Pero para que exista el narco tiene que existir el político y el policía corrupto. En Argentina, por ejemplo, se multiplican los casos que combinan policiales, tráfico de drogas y política.

El más reciente lleva apenas horas y está en los diarios esta mañana. Es la puesta en conocimiento de que un hombre ligado al narcotráfico, Juan Suris, conocido por su relación con la vedette Mónica Farro, se hospedó en un departamento de Buenos Aires perteneciente al hijo de un gobernador.

El representante de la provincia de Tucumán, José Alperovich, salió a desmentir esta afirmación, pero un audio filtrado de la investigación de Suris demuestra que se hospedo en la casa de «el tucu», presuntamente Gabriel Alperovich, su hijo.

Así se puede nombrar también el tiroteo a la vivienda del gobernador de Santa Fe, un hecho aún no esclarecido pero vinculado en su momento al narcotráfico, en una provincia que lleva 34 asesinatos en 33 días… y contando, además de otro puñado de episodios que retratan la convivencia con una red delictiva que va más allá de la inseguridad «normal» en la Argentina.

Se viven momentos violentos y desesperantes, causa y consecuencia de los males del tráfico de drogas, ya que además del narco y los corruptos tiene que darse una condición para que el negocio sea redondo: la necesidad. 

«Con la coca ganamos tres veces más que con los cítricos. Los cítricos son más baratos, y no nos convienen. Con la coca no es así. Por etapas baja el precio pero siempre nos sirve de sustento económico«, dijo a la BBC Celestino Quispe, un agricultor de Bolivia. «Con la coca puedo hacer estudiar a mis cinco hijos. Luego verán si siguen con ella o toman otro camino. Para eso estudian», agregó el boliviano. Cabe aclarar que en este país hay un gran porcentaje de hoja de coca que se consume de manera legal como un chicle o en bebidas, pero también hay un número de plantas que ingresan al mercado de drogas.

En Colombia, los productores ubicados en lugares lejanos de los puertos y los centros urbanos encontraban más rentable cultivar coca que bananas, que se pudrían antes de llegar a destino. Más tarde descubrieron que vender la pasta base era aún más rentable, pero no se imaginaban que esa misma pasta podía multiplicar hasta quinientas veces su valor al llegar al destino final.

Un informe de UNODC (la unidad para prevención del narcotráfico de las Naciones Unidas), indica que las zonas de Perú con menor desarrollo son las más propensas a albergar cultivos de coca. Si quieren encontrar un por qué, encontrarán la respuesta en las palabras de Quispe o en la lógica de los agricultores colombianos.

¿Cómo detenerlo?¿Atacar a los que cultivan con aviones fumigadores de glifosato, condenándolos a la miseria absoluta porque luego nada crece? ¿Perseguir a los traficantes? ¿Poner una ley de derribo para los supuestos vuelos narcos? ¿Llamar a la milicia? ¿Apuntar hacia el consumo? De momento nadie tiene la solución definitiva, aunque todas estas opciones se han barajado en los foros políticos y especializados.

Mientras tanto, «la mata que mata» avanza  y hace estragos a través de todas sus vías de escape: hacia el Norte por México y, novedosamente, hacia el Sur por las rutas alternativas. Esta red se mueve a una velocidad tan rápida que los gobiernos de los propios países sudamericanos no tienen un plan real y factible para prevenir un tema que ya se habla desde hace algunos años.

El tema es complejo y tiene varios matices, así que mientras esto avance, seguiremos informando. Prepárense, porque lamentablemente parece que aún hay muchas más entregas.

 

 

VERO FURLAN

@veronicafurlan

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