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«Algunas mujeres son acosadas en la calle y la policía egipcia se queda mirando o participa»

Por Cláudia Morán

Las mujeres egipcias se han llevado la peor parte de la revolución. Una revolución robada, sí, pero que para ellas se ha convertido en algo más que un robo: han visto su derecho a manifestarse aplacado por una ola de violencia sexual. Mediante agresiones, abusos y violaciones, decenas de hombres las acorralan en las manifestaciones para barrerlas de las calles y perpetuar una sociedad profundamente machista. AMAL ELMOHANDES es el director del Programa de Defensores de los Derechos Humanos de las Mujeres que lleva a cabo la asociación feminista Nazra. Ha formado parte de la Operación Anti-Sexual Harassment (OpAntiSH) desde el comienzo de la revolución en Egipto, que lucha para proteger a las mujeres de los acosadores y conseguir que las autoridades dejen de dar la espalda a la lacra de la violencia sexual. 

¿Cuántos casos de violencia sexual se han contabilizado desde las primeras protestas en 2011?

No tenemos un número real, ya que desde el principio hay incidentes que no han sido denunciados. Sin embargo, si contabilizamos los ataques masivos en la Plaza Tahrir y otras zonas, éstos se reactivaron en noviembre de 2012, y durante el segundo aniversario de la Revolución, unas 20 mujeres fueron agredidas sexualmente, de las cuales algunas fueron violadas. Entre el 28 de junio y el 7 de julio de este año, durante las protestas contra Morsi, se contabilizaron 186 asaltos sexuales, y solo algunos de ellos -que incluían violaciones con dedos y objetos cortantes- fueron denunciados. Pero el acoso sexual, las agresiones y las violaciones tienen lugar en todo Egipto, ya sea en el ámbito público o en el privado. Varios casos de acoso ocurren en la calle, en el metro, en los pueblos, universidades, lugares de trabajo, etc. Eman, una chica de 17 años, recibió un balazo de un hombre que al que había escupido por tocarle los pechos. Este incidente demuestra claramente hasta dónde llega el nivel de agresión hacia las mujeres en la sociedad egipcia y lo ridículo que les parece a los hombres egipcios que las mujeres respondan luchando. También en la ciudad de Mansoura (Dakahlia) varias manifestantes fueron acosadas ​​sexualmente en febrero cuando participaban en un acto de desobediencia civil. Se han formado muchos grupos en varias provincias para luchar contra el acoso y el asalto sexual, incluyendo un grupo en Aswan (Alto Egipto), que trabaja en estrecha colaboración con Nazra: Ganobia Horra. Hay que apuntar que se producen varios casos de agresión sexual durante la festividad de Eid (el final del Ramadán) o en conciertos.

¿El aumento de casos de violencia sexual hizo que las mujeres dejaran de participar en las protestas?

No, las violaciones en grupo y las agresiones sexuales no disminuyeron la participación de las mujeres en los actos de protesta. Al contrario, provocaron más ira y resentimiento, lo que empujó a muchas organizaciones feministas a tomar medidas. Sin embargo -y por desgracia-, muchas organizaciones que dicen ser feministas en realidad no actúan ante estos ataques, y a veces incluso consideran que los casos de violencia sexual no deberían difundirse demasiado para no afectar a la movilización política -como si ambas cuestiones fueran por separado…- y que es correcto lograr beneficios políticos aunque sea a costa de las mujeres, de sus cuerpos y de su seguridad. Pero como ya he dicho, las mujeres siguen saliendo a las calles y por eso los grupos de base como OpAntiSH y Tahrir Bodyguards trabajan muy duro, sus miembros y voluntarios arriesgan sus vidas para tratar de hacer de las movilizaciones un espacio seguro para la participación de las mujeres.

¿Cuál fue el peor momento para las mujeres? ¿Durante las protestas de 2011, durante el gobierno de transición, durante el gobierno de Morsi o con el gobierno militar actual?

En la actualidad, como decía, los casos individuales de asalto sexual tienen lugar a diario en diferentes lugares de Egipto y muchos de ellos no son denunciados. Sin embargo, los ataques en grupo que se llevaron a cabo el día que Mubarak fue derrocado (11 de febrero de 2011) y durante el mandato del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF ) consistieron en «pruebas de virginidad» a mujeres defensoras de los derechos humanos y a manifestantes; durante los infames enfrentamientos de Mohamed Mahmoud y el Consejo de Ministros, varias mujeres fueron desnudadas y agredidas sexualmente (incluyendo el famoso caso de la «chica del sujetador azul»). Durante el gobierno de Morsi, la Cámara Alta del Parlamento (Consejo de la Shura) culpó a las mujeres de los ataques y afirmó que deberían haber tomado más precauciones cuando decidieron participar en las manifestaciones. En ese momento OpAntiSH, junto con otras organizaciones no gubernamentales y feministas -incluida Nazra-, emitió un comunicado el 16 de febrero de 2013 condenando su posición sobre la violencia sexual. Finalmente, los últimos ataques sexuales fueron reconocidos por primera vez por el gobierno de turno en ese momento y por los Hermanos Musulmanes, pero utilizaron algunos tweets de OpAntiSH para deslegitimar las manifestaciones que estaban teniendo lugar y hacer una comparación obscena con las manifestaciones de apoyo a Morsi, afirmando que en ellas estos ataques no ocurrían. Hay que decir que se creó una unidad durante el gobierno de Morsi, integrada en el Ministerio del Interior y junto con el Consejo Nacional de la Mujer, con el objetivo de preparar a mujeres policías y psiquiatras en Estados Unidos, pero hasta ahora no se ha visto ningún plan claro.

¿Crees que algún gobierno ha intentado adoptar medidas para acabar con la violencia sexual contra las mujeres egipcias? ¿Se ha impuesto algún tipo de castigo a los agresores?

El sistema judicial en Egipto, especialmente en relación con las agresiones sexuales y violaciones en grupo, es bastante problemático y complicado. En primer lugar, para demostrar que una mujer ha sido violada, por ley, es obligatorio que se someta a un examen médico en la Autoridad de Medicina Legal, que está afiliada al Ministerio de Justicia, donde a las víctimas se las trata de una manera muy hostil, y de alguna manera se las castiga por lo que han tenido que soportar. Esto hace que estén menos dispuestas a emprender acciones legales. Por otra parte, como la ley no contempla la violación con los dedos o con objetos afilados, la sentencia dictada a un violador depende del criterio del juez que preside el caso. De este modo, a pesar de que la ley establece claramente que la violación se castiga con la pena máxima, que es de 25 años de prisión (cadena perpetua), rara vez se aplica esta sentencia. Además, en los casos de acoso sexual, a pesar de que la ley contempla que los acosadores sean condenados a un máximo de 7 años de cárcel, en varios casos, o bien no son condenados o se les aplican penas de cárcel ridículas, de solo unos meses. Las comisarías de policía son también muy hostiles hacia las mujeres y especialmente hacia las víctimas de agresión sexual que desean presentar una denuncia,  ya que o bien las animan a dejarlo correr, tratando de hacer que se sientan culpables por arruinar el futuro del acosador, o simplemente se niegan a expedir un informe o terminan castigándolas. Hay casos de mujeres que son acosadas en la calle y la policía simplemente se queda mirando o participa en el acoso.

¿Qué crees que tiene que hacer Egipto para conseguir la erradicación de la violencia sexual?

Hay que implementar un plan integral dirigido a las familias, a las escuelas y a los médicos y enfermeras en los hospitales públicos y privados, porque no están entrenados para hacer frente a las víctimas de agresión sexual, las tratan con un prejuicio extremo y no hay kits para casos de violación en los hospitales. Además, el Ministerio del Interior y el Ministerio de Justicia, incluida la Autoridad de Medicina Forense, necesitan ser reestructurados para acabar con el constante estado de impunidad ante estos crímenes. Hay que cambiar el Código Penal para definir adecuadamente los delitos sexuales, incluyendo la violación con los dedos, los objetos punzantes, la violación anal, oral, etc. y tipificar como delito los ataques colectivos, además de cambiar los términos que vinculan los delitos sexuales con el honor de las mujeres. Por otra parte , la cultura de culpar a las víctimas debe ser erradicada, y los medios de comunicación tiene que dejar de «fetichizar» estos crímenes. Los delitos sexuales deben ser una prioridad en la agenda política y los partidos políticos tienen que implicarse, porque estos crímenes deben dejar de ser diluidos con el pretexto de dar prioridad a otras cuestiones políticas. El Ministerio de Justicia transicional, por su parte, debería crear un comité centrado en las agresiones sexuales y varios comités con sensibilidad de género integrados por profesionales preparados para trabajar con víctimas de agresión sexual y violación.

¿Consideras que la comunidad internacional ha ayudado a Egipto a resolver el problema? ¿O debería comprometerse más para ayudar a las mujeres egipcias?

Sí, la comunidad internacional ha ayudado. En el reciente Consejo de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, en su 24 ª reunión en Ginebra, se discutieron los ataques de colectivos y las agresiones sexuales con la presencia de Amnistía Internacional, Nazra y OpAntiSH. Por otra parte, se han presentado varios escritos en diversos comités de Derechos Humanos de la ONU y la Comisión Africana de Personas y Derechos Humanos (CADHP). También varias ONG feministas internacionales han difundido estos temas y han emitido declaraciones de solidaridad. Sin embargo, los organismos internacionales deben estar más involucrados para presionar al Gobierno con el fin de que adopte soluciones prácticas y e impulse una comisión específica sobre las agresiones sexuales y los delitos en el marco del Ministerio de Justicia de transición.


CLÁUDIA MORÁN

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