Goldman Sachs is not an after shave Goldman Sachs is not an after shave

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De fracturas hidráulicas y sociales

ypfLa petrolera argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) firmó la semana pasada un acuerdo con la norteamericana Chevron para poder explotar los recursos de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén. El acuerdo, esperado por el Gobierno para poder continuar con la extracción de petróleo, generó grandes fracturas en la opinión pública y se ha convertido en otro tema polémico el país.

El 17 de abril de 2012, Argentina decidió expropiar un 51% del accionariado de YPF, es decir, casi por completo la parte que le correspondía a Repsol (57%). Esto generó desconfianza en el sector extranjero y aunque la petrolera española ya había entregado un 25% al grupo argentino Petersen, dentro del país la nacionalización fue entendida como la recuperación de la soberanía energética nacional, una palabra clave que rememora los tiempos de Perón.

Hasta aquí todos contentos [en Argentina].

Críticas aparte, la recuperación de los recursos malvendidos en los ’90 fue reconocida por todos los partidos y por la opinión pública como un acto positivo, y a pesar de que muchos cuestionaron el cómo, nadie se refirió al qué, porque se consideraba que un país debe tener la capacidad de gestionar sus propios recursos, sobre todo los energéticos.

El problema es que luego de la nacionalización de YPF todo fueron pálidas: el petróleo estaba en el subsuelo argentino, pero no había dinero suficiente para poder extraerlo y, por supuesto, pocas empresas estaban dispuestas a continuar invirtiendo dadas las circunstancias. De hecho, hasta el mismo Chevron redujo su inversión doméstica un 35 por ciento entre 2009 y 2012, según datos publicados por la propia Secretaría de Energía de la Nación.

Sin embargo, luego de la aprobación de un decreto hecho a medida (sin retenciones y sin la obligación de ingresar al país dólares al tipo de cambio oficial), Chevron decidió apostar por Vaca Muerta y entró con un acuerdo de inversión de USD 1.240 millones.

Hasta aquí es una cuestión de política y economía, pero todavía queda una gran polémica proveniente de la técnica: la fractura hidráulica, o fracking que se utilizará en Neuquén es un método de extracción que consiste en fracturar zonas rocosas mediante agua a presión mezclada con arena. Este método puede ser altamente contaminante si no se toman precauciones, y Chevron tiene un cuestionable antecedente a este respecto.

Uno de los primeros en expresar su enojo fue el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, que denunció que Chevron firmó un contrato en Ecuador mediante el cual  se arrojaron alrededor de 16 mil millones de galones de agua tóxica a los esteros y ríos de la zona y se vertieron intencionalmente 650 mil barriles de crudo, contaminando la zona.

También los pueblos originarios de la zona, las comunidades mapuches Campo Maripe, Paiñemil, Kaxipayiñ, Newen Mapu, Puel Pvjv, Rayin Ko y otras pertenecientes a la zona de Traunco rechazaron el convenio firmado entre Chevron e YPF. Exigieron que se respetara el derecho a consulta previa y consentimiento libre e informado.

Y al carro de Pérez Esquivel y de las comunidades se subieron muchos políticos opositores, que tuvieron un repentino brote de interés por el cuidado del medio ambiente.

La polémica llegó a tal punto que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se refirió muy despectivamente a quienes cuestionaban este acuerdo  diciendo que eran “la gata flora», dando a entender que no había coherencia en el sector.

¿Y Repsol qué opina de todo esto? Parece que a pesar de sus denuncias ante el CIADI, Repsol deberá seguir sin chistar, ya que La Caixa, Pemex y Sacyr – su núcleo duro de accionistas – le han exigido a Antonio Brufau, presidente de la petrolera, que busque una solución negociada con YPF porque no quieren cortar relaciones con el país del cono sur.

Tal parece que – salvando grandes sectores del kirchnerismo – el acuerdo no dejó demasiado contento a nadie.

Desde los ámbitos más neoliberales se advierte a Chevron sobre la dificultad de firmar un acuerdo a largo plazo (10 años) en un país con un antecedente como el de Repsol. Desde los sectores de izquierdas, se cuestiona el olvido a los pueblos originarios y el descuido del medio ambiente.

Y en el medio la polémica, la historia y un sector enorme de la población que verá cómo sus recursos se gestionan por un tercero otra vez, sólo que a partir de ahora a través de una máscara de empresa nacional.

Verónica Furlan – veronicafurlan@hotmail.com – @veronicafurlan

2 comentarios

  1. Dice ser veronicaafurlan

    Muchas gracias por la información! Hablaba de terceros porque no sólo Chevron esta presente en la zona sino otras ocho o nueve compañías extranjeras. Esto es lo que sucede en muchas otras zonas del mundo y es prácticamente la única forma de costear la extracción, lo duro del caso es que se use un discurso populista en favor de algo que genera beneficios para unos pocos.
    Soy neuquina y sé lo que representa el petróleo para la provincia, pero también veo que las regalías no nos han hecho una provincia con mejores escuelas, hospitales o seguridad, entonces hay algo que impide que ese dinero llegue a los habitantes.

    Gracias por ampliar la info! Tenes Twitter? Hablamos por ahí, besos!

    23 julio 2013 | 16:49

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