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“Mark Twain tendría hoy un blog, pero jamás habría escrito gratis”. Robert Hirst, estudioso de Mark Twain

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Jon Lee Anderson: «No sé si estamos en el final o en el principio de la edad del hielo del periodismo»

Jon Lee Anderson, reportero de The New Yorker, está considerado por muchos como el sucesor de Kapuscinsky. Durante los últimos treinta años ha seguido la actualidad internacional en primera línea, cubriendo conflictos de tanta trascendencia como Afganistán e Irak. Biógrafo del Che Guevara, imparte talleres para jóvenes periodistas en la Fundación García Márquez,  que tiene su sede en Cartagena de Indias.

«No sé si estamos en el final o en el principio de la edad del hielo del periodismo», aseguró en una reciente visita a España, invitado por la Fundación porCausa. En la entrevista, que se puede ver en su totalidad en el siguiente vídeo, muestra su inquietud por el futuro del periodismo, que considera «la esencia de la democracia«, y habla de la influencia de García Márquez en el boom de la crónica en Iberoamérica y sobre Fidel Castro, el Che, Obama, Chavez y Bin Laden, entre otros.

porCausa I Entrevista a Jon Lee Anderson from porCausa on Vimeo.

Jon Lee Anderson: “La calidad del reportaje depende de la creatividad, el rigor, las agallas y la ética de cada reportero”

Foto taller Jon Lee Anderson en barrio Mandela. Autor-Joaquín Sarmiento-FNPI
Jon Lee Anderson impartiendo el taller de crónica en el barrio Nelson Mandela de Cartagena de Indias. Foto: Joaquín Sarmiento/FNPI

 

En la primera semana de febrero, Jon Lee Anderson, reportero de The New Yorker, impartió un taller de crónicas, en el barrio Nelson Mandela de Cartagena de Indias, organizado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).

Cartagena de Indias es una de las ciudades más bonitas de América, pero el barrio Nelson Mandela es el más pobre. Fue fundado hace veinte años por los desplazados del conflicto armado colombiano y poco tiene que ver con la belleza de la zona colonial de Cartagena. Después de conversar con Moisés Naím y participar en tertulias del Hay Festival, Anderson se subió con los talleristas a un autobús, que los llevaría hasta el barrio Mandela, y comenzó a impartir un taller a jóvenes periodistas que sienten pasión por la crónica.

“El formato es sencillo: catorce periodistas de México, Uruguay, Venezuela, Brasil, Colombia, España, Perú y Chile reportearán durante una semana y trabajarán sus textos junto al maestro. El escenario es este empobrecido suburbio de 45.000 habitantes levantado por víctimas que huyeron de las atrocidades de la guerrilla y los paramilitares y se instalaron de forma irregular a las afueras de Cartagena”, explicaba Jacobo García en la página de la FNPI.

¿Se puede enseñar un método para escribir crónicas o reportajes? “Obviamente no se escriben crónicas a partir de un manual, pero sí se pueden impartir métodos posibles que es precisamente lo que hago en los talleres de la FNPI. Al final, la calidad del reportaje depende de la creatividad, el rigor, las agallas y la ética de cada reportero”, dice Jon Lee Anderson.

Muchos de los mejores periodistas latinoamericanos han pasado por algún taller de la FNPI, que tiene su sede en Cartagena de Indias. Entres los periodistas que han impartido talleres se encuentran grandes maestros, tales como Kapuscinsky, Jon Lee Anderson, Martín Caparrós, Juan Villoro, Alma Guillermoprieto y Leila Guerriero, entre otros.

Jon Lee Anderson. Foto:FGM
Jon Lee Anderson. Foto:FGM

Anderson considera que el taller en el barrio Mandela ha sido una gran experiencia. “Es un barrio lleno de personajes con vidas intensas y dramas, propios de un lugar donde hay poca presencia de autoridades, pero sí de pandillas y donde se encuentra mucha pobreza. El nivel del grupo ha sido excelente y trabajaron muy bien tanto en el barrio como entre ellos. Ha sido uno de los mejores talleres en los que he participado”.

Fui tan nerviosa como ilusionada al taller de Jon Lee, pero el nervio duró poco y la ilusión perdura”, explica Elsa Cabria, una periodista, nacida en Santander en 1983, que ha trabajado en México DF como freelance y ahora se ha “enrolado” en Nómada, un medio digital de investigación de Guatemala.

“Fue un reto enriquecedor y vertiginoso al mismo tiempo. Estar en una ciudad desconocida, tener tan pocos días para encontrar un buen tema, reportear, escribir y editar fue una locura. Pero hay que ver cómo gocé. Ni bien empezó el taller me dediqué a la reportería todo el tiempo que pude”, dice Joseph Zarate, subeditor de Etiqueta Negra, nacido en Lima en 1986.

Anderson recomendó a los talleristas que intentaran dejar su bagaje social y cultural para encontrar el nudo de la historia. “Siempre se debe tener claro una idea o una inquietud que se quiera resolver”. Elsa Cabria se quedó con una frase: «Intenta siempre mirar al personaje por todos los lados«. Y añade: «La idea es que no seamos básicos, que veamos la dimensión del personaje, que busquemos sus aristas, una fijación distinta saliéndonos de lo evidente, que busquemos lo inesperado». «Sentir al personaje«, como les dijo Jon Lee Anderson.

Zarate cree que Anderson «recurre mucho a la intuición para guiarte«. A su juicio, en el taller el reportero del New Yorker «actuaba más como un editor sabio, que sabía escuchar y dialogar, que no te imponía, sino que trabajaba para definir qué rayos querías decir con tu historia». Para no caer en los lugares comunes, la propuesta de Anderson era que los cronistas asumieran el reto con una nueva mirada. «Nos retaba a mirar más allá, a mirar de nuevo. A caminar y a ensuciarnos los zapatos. A aprender a escuchar. A desaparecer y a despojarnos. A confiar en nuestra intuición de reporteros. Y a entender que la historia de un personaje o un barrio puede servir para explicar fenómenos sociales que afectan a todos, seamos latinoamericanos o no. Esa historia que puede contar tantas. Incluyendo la mía».

Durante el taller, Cabria escribió un perfil de alrededor de 2.400 palabras del gallero del barrio Nelson Mandela. Se trata de un tipo que vive feliz con su familia a la vez que se dedica a su pasión, la pelea de gallos, «en completa soledad».

Zarate eligió a Kissinger, «un ex pandillero negro, alto, corpulento, de la edad de Jesucristo y que viste de forma extravagante como las estrellas de reggaeton». El joven cronista peruano empleó casi 1.800 palabras para contar cómo se desarrolla un día en la vida de Kissinger, «el cantante de champeta* más famoso de Nelson Mandela, el barrio más pobre de Cartagena«.

La FNPI publicará proximamente en internet las crónicas que se realizaron en el taller.

 

*La champeta, según me explica Joseph Zarate, es un género musical que nació en los sectores populares y que hoy es un boom en toda Colombia.

Cómo colar la desigualdad en un periódico

Esta mañana llovía para todos en Panamá, pero las gotas de agua no mojaban igual a todo el mundo*.

Seminario La desigualdad en Iberoamérica como motor de historias periodísticas, celebrado en Panamá. Foto: Mathieu Gagnon/Oxfam.
Seminario La desigualdad en Iberoamérica como motor de historias periodísticas, celebrado en Panamá. Foto: Mathieu Gagnon/Oxfam.

La lluvia, por ejemplo, es distinta para los que forman parte de la minoría que atesora casi toda la riqueza que para esa mayoría que vive en la pobreza o cerca de ella. Para hacerse una idea, recurro al testimonio de Daniel Moreno, director de Animal Político, que explica con datos que en México “el 10% de la población más pobre recibe el 1,2% de los ingresos, mientras que el 10% de los más ricos se reparte el 36,7% de los ingresos”.

La desigualdad en Iberoamérica como motor de historias periodísticas

En un hotel, durante tres jornadas, se reúnen periodistas de Brasil, Paraguay, Argentina, Panamá, Colombia, Guatemala, Perú, México, Chile, El Salvador, Bolivia y España, invitados por Oxfam, la Fundación García Márquez y el Congreso de Periodismo de Huescapara hablar de “la desigualdad en Iberoamérica como motor de historias periodísticas”. En la segunda jornada de trabajo, una de las conclusiones es que a los más ricos les salen más baratos los servicios básicos, como el agua o la luz, porque destinan una parte menor de sus ingresos a esos pagos que los pobres. Alguien ironiza: “En el juego de comparar, en América Latina siempre se destaca a quien está peor”.

Para hablar de la desigualdad y de la pobreza, se recurre a la economía. Enric González avisa del enorme crecimiento de las deudas públicas de los países. También recuerda que los países más ricos del mundo se comprometieron a acabar con los paraísos fiscales y no se ha cambiado nada. En España se da la paradoja de que en plena crisis se han aprobado leyes especiales para los ricos. “El 10% de españoles más ricos no notan casi la crisis”, se lee en un titular de una portada de 20Minutos que proyectan en la pantalla.

Cómo colar en los medios las informaciones sobre la desigualdad

A los periodistas les preocupa cómo colar en sus medios las informaciones donde se muestra la desigualdad. La pobreza no vende periódicos y eso no interesa a los medios “industriales”, un término que anoto en la libreta. Creen que sus lectores no quieren leer esos temas. Por otra parte, a los anunciantes no les conviene asociar sus marcas al infortunio. Los diarios de papel marcan la “agenda”. Sobre todo la de los políticos donde siempre figuran los temas que interesan al 10% de la población que incluye a los más ricos, a los más poderosos, a los que hacen presión para que no se olviden sus intereses.

Los nuevos medios digitales son más sensibles a la desigualdad

Los nuevos medios digitales son más sensibles a la desigualdad. En pocos años, se han convertido en una realidad ineludible que genera un mapa distinto. “Los grandes medios han perdido la centralidad”, sentencia alguien al final de la mañana.

Hay gente que está acostumbrada a mojarse

En una pausa de la reunión de periodistas, dos automóviles enormes se detienen en la puerta del hotel. Del primero sale un escolta que abre la puerta a un hombre trajeado. El segundo coche bloquea la calle y baja otro escolta. El hombre del traje saluda con un arrastrado “Buenaaas” mientras sube la escalera. Su ropa no se ha mojado porque el automóvil se detuvo bajo una gran cornisa que no ha dejado pasar la lluvia. Frente al hotel, en un edificio en obras, un hombre con chaleco carga materiales en una carretilla. Da la impresión de que está acostumbrado a mojarse.

*Publicado originalmente en el blog de Oxfam Internacional