Sobra decir que soy un gran admirador de Fernando Alonso y es evidente que estamos ante uno de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1. No solo lo digo yo. Lo dicen casi todos sus compañeros de profesión y expertos en este deporte. Incluso muchos antialonsistas lo piensan, aunque no lo digan.

Sin embargo, creo que Alonso no sabe gestionar demasiado bien su relación con los medios de comunicación y eso le está pasando factura a su imagen ante los aficionados. Igual que digo que Fernando es un grande de la Fórmula 1, admito que no tiene el apoyo unánime de los seguidores españoles como si ocurre, por ejemplo, con Rafa Nadal o Pau Gasol. Es una cuestión de imagen.

Esta reflexión me la hago tras escuchar la primera rueda de prensa de la temporada de Fernando Alonso en Madonna di Campiglio. Su actitud ante la prensa fue distante y poco acertada. Respondió con monosílabos y con obviedades varias, impropias de un campeón de su talla y al final quien lo paga son sus fans, que se quedan con las ganas de conocer la verdadera opinión de su ídolo.

Solo unos ejemplos. Le preguntaron qué sintió al escuchar los elogios que le había lanzado el día anterior su jefe, Stefano Domenicali:

«Hablo con mi jefe cada día. No necesito venir aquí y deciros a vosotros lo que piensa de mí»

Otra pregunta (evidente diría yo, cuando estamos en pretemporada). ¿Los cambios en la normativa te hacen ser optimista de cara a la nueva temporada?

«No tengo ninguna bola de cristal (eso lo sabemos todos). Habrá que esperar. No soy ni optimista, ni pesimista»

En fin, que un mal día lo puede tener cualquiera, pero quizás Fernando debería contratar a un asesor de imagen para que le ayude a mejorar su relación con la prensa.

PD. El enfado de Alonso estaba motivado por las informaciones que han aparecido en los medios sobre su reciente divorcio y sus posibles nuevas parejas. Entiendo que le moleste, pero también debería diferenciar entre la prensa deportiva, que ha pasado por esos temas de puntillas, y la prensa del corazón que lo persigue a diario. Además, tiene que asumir que un personaje público con tanta repercusión como él siempre estará expuesto a los chismorreos, lo quiera o no, y con esa actitud solo consigue atraer a más a la prensa rosa.