Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundacion Renovables, y primer director de la Agencia de Medioambiente Europea.
¿Por qué hemos venido dando una respuesta tan pobre ante la realidad y amenaza creciente del cambio climático? ¿Qué es lo que debe cambiar en París para dar la vuelta a la situación y empezar a dar respuestas globales esperanzadoras para convertir esta COP 21 que arranca esta semana en un punto de inflexión?
Para dar respuesta a la primera pregunta es ineludible denunciar la presión de los grupos interesados en que continuemos con una economía –incluso una sociedad— adicta al petróleo, adicta al carbono (como ya señaló en los años 90 el entonces Presidente Bush con respecto a la sociedad americana). La primera barrera es, sin duda, la influencia de esos lobbies energéticos que primero negaron el cambio climático, luego lo relativizaron y que ahora cínicamente dicen combatirlo mientras maniobran para bloquear las medidas que deberían mitigarlo. Por culpa de esa presión —tan eficaz como eficiente por los medios de los que disponen— no hemos sido capaces de trasladar a la sociedad algo evidente: existe alternativa al consumo abusivo de los combustibles fósiles. Esa alternativa está disponible ya, es viable técnica y económicamente, está funcionando, no es una utopía y consiste en apostar por la eficiencia energética y las renovables. Solo es necesario un requisito: la voluntad política de superar la influencia de esos intereses fósiles que pretenden perpetuarse.
Para que esto cambie y la COP 21 abra una nueva etapa es necesario darle la vuelta a un planteamiento hasta ahora reactivo (no hacer, no emitir, no usar combustibles fósiles) para pasar otro proactivo (eficiencia energética, apostar decididamente por las renovables). En París se debería haber superado ya el debate sobre los objetivos de reducción de emisiones para hablar desde ya de eliminar definitivamente las subvenciones a los combustibles fósiles, de poner los impuestos disuasorios necesarios a su uso y de aprobar los planes de inversión en políticas de eficiencia y renovables. Sí se dedicara a inversiones en renovables lo que se destina a subsidios a los combustibles fósiles saldríamos del circulo vicioso de la economía fósil y entraríamos en el virtuoso de las renovables.
Si se están produciendo ya, a pesar de todas las dificultades, hechos tan significativos como que las renovables representan en inversión a nivel global más que el resto de las tecnologías o que las entidades financieras ya no dudan en descontar los activos relacionados con los combustibles fósiles, o que el propio Fondo Monetario Internacional recomiende recientemente a las empresas energéticas diversificar su negocio y activos ante la necesaria, inexorable y oportuna desenergización y descarbonización de la economía que puede convertir esos activos ligados al carbono en “activos tóxicos”, lo que tienen que hacer los Gobiernos no es discutir sobre cuánto van a reducir sus emisiones sino cómo y cuánto van a invertir para conseguirlo.
El nuevo planteamiento que debe imponerse, y que también defiende el equipo negociador, consiste en romper el esquema que podríamos definir como gubernamental, con compromisos de “arriba a abajo”, hasta ahora poco eficaces, y enriquecerlo con compromisos o acciones, sobre todo acciones, de “abajo a arriba” involucrando directamente a todos los actores sociales, empresas, municipios y grupos activos de la sociedad civil.
Por eso es muy importante uno de los cuatro pilares de esta cumbre que es la llamada Agenda para la Acción, una iniciativa muy innovadora, que recogería compromisos de autoridades locales (pacto de los Alcaldes…, “ciudades emisiones cero”), de grandes empresas o plataformas empresariales como el World Business Council for Sustainable Development o de la sociedad civil. En este contexto hay que destacar la decisión trascendental, por ejemplar, que han tomado recientemente grandes fondos, como el Fondo Soberano Noruego que ya no invierte en el sector de los combustibles fósiles, o lo que han hecho bancos de negocios tan importantes como el Barclays rebajando la calificación de los créditos para la industria de generación eléctrica convencional.
Sí, lo que el mundo necesita, y España tanto o más que cualquier otro país, son acciones, es ponerse en marcha. La Fundación Renovables en sus propuestas de política energética de cara a las próximas elecciones ha planteado 328 medidas para avanzar hacia un nuevo modelo energético como vector de cambio para una nueva economía y una nueva sociedad. El camino lo conocemos, es hora de saltar la barrera de los intereses convencionales y actuar. Es lo que esperamos de la Cumbre de París.