Me da un poco de vergüenza decir que no me gustan los libros del premiadísimo Paul Auster. Comienzo a leerlos, choco con la trama en accidente mortal, me aburren, me distraigo, los dejo. Por eso siempre celebro que Paul Auster se pase, en ocasiones, al cine. Porque con imágenes sí que logro seguir la historia que quiere contarme. Quizá la mayor cualidad de Paul Aster es lo imaginativo que es. Tanto que me pierdo. Y eso es algo que no me ha ocurrido nunca con las irrealidades maravillosas creadas por Asimov o Borges. Porque Auster no presenta su irrealidad, en un principio, sujeta a una realidad. Las ficciones de Auster me causan rechazo: no me las creo…
…como la escena de “La vida interior de Martin Frost” en la que presenta a Claire (personaje perfectamente interpretado por Irene Jacob). La chica aparece, de pronto, en la cama de Martin (David Thewlis). Cierto que, más adelante, en la película se explica, pero es que la reacción de Martin, tampoco es normal: acepta el suceso casi sin hacer preguntas: es que ni se pregunta cómo han dormido toda la noche en la misma cama sin haberse percatado de la presencia física del otro: la respiración, el momento en el que el segundo se acostó…. Si “La Vida interior de Martin Frost” hubiera sido un libro lo hubiera cerrado justo ahí… pero estando en un cine, teniendo que hacer levantar a toda una fila de butacas repletas de amas de casa, parejas de novios y abuelas y habiendo pagado los 6 euros de la entrada… me quedo.
Y gracias a Dios que me quedé: porque pasé un buen rato ¿Calificación personal de la película? Un 6 raspadito. No es una tomadura de pelo: es cine de autor egocéntrico pero ¿Qué hay de malo en si uno es egocéntrico cuando tiene talento y no es un mero vendedor de humo? Dalí era maravillosamente egocéntrico. En cambio, Sánchez Dragó…
Me atrevo a decir que la película está hecha por un egocéntrico porque, además de sacar a su bellísima hija cantando y recitando tal cual, sin aunque sea maquillar un poco el momento propagandístico de “denle trabajo a mi hija: mirad que maravillosa que es” , en la película se ven fotos de Paul y su mujer, la voz narradora de la película es la del propio Paul Auster, la casa donde se desarrolla la acción pertenece a una familia que se apellida Restau (Auster) pero sobre todo, porque la película está hecha en función de Paul Auster no de la trama o pensando en el espectador. Lo que importa, de esa película, es que es una película de Paul Auster. Nada más. Parece que Paul Auster ha querido que la gente salga de la sala diciendo:
-¡Cómo mola Auster!
Y no:
-¡Cómo mola la película!
Pero le sale, lo suficientemente bien, para no pegarse un golpe de cabeza.
-No todas las historias –ha declarado Auster- deberían de ser novelas: algunas deberían de ser obras de teatro, otras deberían de ser películas, otras deberían de ser poemas narrativos. En el caso de “La vida interior de Martin Frost» fue concebida como una película desde el primer momento, como había pasado en los casos de “Smoke” y de “Lulu on the Bridge”. Al dirigir mi propio guión, me aprovecho de que conozco el texto mejor que nadie. Yo sé cual es el ritmo de las palabras, de las imágenes y puedo comunicar directamente todas esas cosas a los actores y al equipo técnico. Todos los que vean la película sabrán, desde los créditos, que soy el guionista y el director. Yo soy el hombre que escribe la historia acerca del hombre que escribe la historia del hombre que escribe la historia ¿Por qué pretender otra cosa?
-Por comunicar y no aburrir –me gustaría decirle a la cara a Paul Auster.
————————————————————————
Más sobre “La vida interior de Martin Frost” pinchando aquí.