Desde que, por asuntos varios, cobro (temporalmente) 3.500 euros al mes y me he dejado crecer un poco la barba no sé qué está ocurriendo pero ligo un montón. No sé si es la seguridad financiera que desprenden mis ojos o, acaso, que mi barba hace a las chicas recordar a sus padres (según Freud toda mujer busca inconscientemente un hombre que les recuerde a su padre para casarse con él… posiblemente, yo, antes de tener barba, ligaba tan poco y causaba tanto rechazo entre las féminas porque únicamente conseguía recordarles a sus madres y hermanas por culpa de mi pelo largo y voz afeminada). Lo que está claro, y al documento gráfico adjunto me remito, es que en la actualidad estoy super bueno (siempre y cuando no abra la boca).
Fui (invitado, tan solo tuve que pagar 16 euros en taquilla de los 16 euros que vale la entrada a todo el mundo) a ver una obra de teatro llamada “Reencuentros”. Sin embargo, como llegué pronto, decidí esperar en el bar de enfrente, tomándome un café:
-¿Y donde me siento? –pregunté al camarero.
-En los cojines.
-Pero si están en el suelo.
-Es que esto es un bar moderno, in, cool. Es más humano, divertido, sentarse en el suelo. Es uno de los reclamos de este bar: la gente ve los cojines en el suelo y entran a tomar algo para, así, poderse sentar en el suelo con sus amigos.
-…
Nada más sentarme sobre un cojín todas las chicas empezaron a mirarme: no me quitaban ojo de encima:
Una de esas chicas, descarada, se acercó hasta mi mesa, se presentó y preguntó que si podía sentarse en el suelo conmigo: acepté con retisiciencias, porque hace poco leí que en Valencia (ciudad en la que seguiré viviendo hasta el mes de enero a no ser que deje a alguien embarazada) es la ciudad de España donde más exorcismos se efectúan cada mes y esa chica que se me acercaba, no sé si era así de fea siempre, o es que en esos momentos estaba pasando por una mala racha y estaba poseída por Satanás. Para colmo, ella empleó el viejo truco de ligoteo que consiste en hacer que la otra persona te hable de su infancia para crear un ambiente tierno y clímax receptivo: no obstante, como era tan fea, emplee un viejo truco que he inventado para quitarme de encima a las ligonas de bar:
-No sé qué contarte sobre mi infancia –le dije- Salvo mi problema estomacal mortal.
-¿Qué problema? –preguntó curiosa –Ya decía yo que no podías ser tan perfecto.
-Cuando me encontraba dentro de la barriguita de mi madre, porque ella estaba embarazada, mi padre trataba de mantener relaciones sexuales con ella cada noche. Pero a mi madre le dolía enormemente sus penetraciones. Así que se centró en apagar el apetito sexual de mi padre efectuándole felaciones. Durante 9 meses mi madre estuvo realizando felaciones a mi padre y, como esposa ejemplar, tragándose su simiente. Cuando nací, a los pocos días, tuve que ser ingresado, de urgencia, en un hospital. Parece ser que como mi madre se lo tragaba, su simiente viajaba por los conductos pertinentes hasta llegar a mi estómago. Mi cuerpo, aseguraron los doctores, necesita asimilar a diario unas cantidades mínimas de semen para poder seguir viviendo. Si no, muero. Por eso mismo, cada día, nada más despertarme, me masturbo, vierto mi simiente en una tacita, le pongo café y me la desayuno. En cierta medida, es como tomar un café y un Actimel juntos.
Tras librarme de la chica, fui a ver la obra de teatro. Delante de mí se sentó un calvo que, sin duda, envidiaba mi excelente cabellera. La mujer que estaba a su lado tenía un móvil que valía 600 euros menos que el mío.
Es duro, pero voy a tener que acostumbrarme a ser más que todo el mundo que está a mí alrededor: más guapo, más rico, más inteligente.
Si vives en Valencia puedes pasar un buen rato asistiendo a la obra teatral “Reencuentros” (entradas de 8 y 16 euros). No te sentirás estafado, ni aburrido tipo: “me voy a quedar dormido, avísame si ronco”. Cuatro historias, aparentemente, independientes que a medida que transcurre la obra, el espectador descubrirá que se encuentran fuertemente relacionadas entre sí (oh, originalidad). Buenas interpretaciones, interesante puesta en escena que se apoya en video y, entre historia e historia, un espiritual y urbano pase de modas musical de estética pop. El guión, con tintes a lo Almodóvar, cómo no, es ágil y divertido, aunque a veces peca de repetitivo e innatural.
¿Lo malo? Le sobran 20 minutos y que, según la pareja de gays que tenía al lado, presenta la homosexualidad como un circo: como un reclamo para que la gente la vaya a ver.
Reencuentros es una producción de Bramant Teatre. Responsable también de “Construyendo a Verónica” (2006), que fue nominado como Mejor Espectáculo de Teatro en los Premios Max 2007. Se puede ver hasta el día 02-12-2007 en el chiquitito pero acogedor Teatro Talía. Dirección: Caballeros, 31. Valencia. Después hará una gira por la comunidad valenciana.