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Pollo de mierda

Me fijé que en esa acera vendían pollo porque, enfrente, había un hombre gritando:

-¡FALSA JUSTICIA! ¡FALSA JUSTICIA!

Y la policía echándolo.

Tengo ganas de comer pollo: hago cola: es la primera vez en mi vida que entro en un KFC.

-¿Qué quiere? –me pregunta la dependienta (marroquí).

-Un pollo.

-¿Crispy , stripes o wings?

-¿Cómo?

-¿Crispy , stripes o wings? –repite enfadada.

-¿Me está hablando en clave?

-¿Qué tipo de pollo quiere?

-Un pollo, joder. Un pollo normal y corriente.

Classic entonces.

-¿Classic? ¿Pero por qué me habla en inglés? ¡Si usted es mora! ¿Qué se cree? ¿Qué soy un americano? ¡Pero si estamos en la capital de España!

-¿Quiere una salsa, señor? Tenemos mostaza con miel, barbacoa o finas hierbas.

-¿No tienen la de ajo?

-No.

-¿Y salsa classic?

-No.

-Joder. Pues deme las tres.

Me dan una caja, con la foto de un viejo con cara de pedófilo, sonriendo:

La caja parece de palomitas: pero está llena de trozos de pollo. Descubro de qué se ríe el viejo de la caja: de los clientes:

-¿Y los cubiertos? –pregunto.

-En los KFC no se dan cubiertos señor. Es una cadena de comida rápida.

-Yo voy a comer despacio, que si no me van a dar gases.

-Señor, si no está contento con nuestro servicio puede irse.

-¿Y qué quieren? ¿Qué me lo coma con las manos? ¡Pero si estamos en el siglo XXI! ¡Esto no es una cadena de comida rápida, sino de clientes guarros!

-Señor, si no está contento con nuestro servicio puede irse.

-Tanto rollo haciéndose los finos: que si salsita a las finas hierbas, que si mostaza a la miel, que si no tienen salsa de ajo y ahora tengo que sentarme ahí con todos esos turistas apestosos a comer con las manos, como si estuviéramos en la prehistoria.

Tomo mi bandeja y me siento en una esquina, de espaldas a donde menos gente hay: me da vergüenza que me vean comer con las manos: me da asco ver a la gente comiendo con las manos: detrás de mí, se sientan dos extranjeras jóvenes: se ponen a hablar en inglés:

al estar comiendo con las manos mis instintos primarios salen a la superficie: me apetece comerme todo este pollo, eructar y violarlas sobre la mesa: como si yo fuera un gorila y ellas unas monas con el culo rojo.

Pero no lo hago.

Termino de comer: me voy al baño: el baño es una mierda. No me hacen faltan los ojos para saber que he llegado. Simplemente he de cerrar los ojos y oler los meados. Me da asco tocar la manecilla para abrir el retrete porque me imagino la de gente que la habrá tocado con las manos tras cagar, mear y chuparse los dedos después de comer pollo. Salgo del baño: en las escaleras me cruzo con una de las trabajadoras: es suramericana y está embarazada: tienen una barriga grandísima: la pobre no puede dejar de venir al trabajo: necesita la mierda de sueldo que le pagarán: baja las escaleras para ir al baño con gran esfuerzo: su sufrimiento, su drama económico me hace vomitar en el suelo: me acabo de dar cuenta de que me he gastado 11 euros en una comida de mierda: hay gente que mataría por tener 11 euros a la semana para poder comer.

Nota.- Horas más tarde, me di cuenta de que el hombre que gritaba en la puerta “FALSA JUSTICIA” era el mismo hombre que salía dibujado en las cajas de los pollos.

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