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Ni fama ni cocaína

¿Fama? ¡No, gracias! ¿De qué sirve tener millones de admiradores alrededor del mundo si al final terminas como Britney Spears (borracha y loca), Maradona (medio muerto, cada dos por tres), Whitney Houston (coleccionando basura), Anna Nicole Smith (millonaria, infeliz y muerta), Elvis Presley…?

¿De qué sirve tener todo el dinero del mundo si este te convierte en un paranoico que sólo tiene parásitos a su alrededor y comienzas a tener caprichos que te pueden llevar a la cárcel o al manicomio? La sociedad nos vende la fama como algo por lo que debemos matar. No obstante, quien la consigue la sufre y padece como una enfermedad hasta el último de sus días. El ser humano no está preparado para la mega fama. La fama nos lleva a un estadio de soledad donde no encontramos a nadie como nosotros. Y el ser humano no puede sentirse solo, porque enferma.

Nos quedamos, mejor, con la familia que nos quiere a pesar de nuestros defectos, de la chica que nos ama, a pesar de que no salgamos en la portada del «Times», del amigo que bebe cervezas a tu lado sólo por disfrutar de compañía. Nos hemos acostumbrado a ver, a lo largo de toda la historia del mundo del espectáculo, que quien consigue la fama, la paga con lágrimas.

Nota.- Esta es la columna que aparece hoy jueves en la edición impresa de «20 minutos»

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