Mi madre, tras divorciarse de mi padre por malos tratos, nos trató de sacar adelante trabajando de esteticién. Pero el dinero que le pagaban no era suficiente para cuidar de sus dos hijos (tengo una hermana). Así que nos fuimos a vivir a casa de sus padres.
Una noche, teniendo yo 8 años, la vi escribir a mano unos relatos, sobre unos folios. Me confesó que siempre escribía a escondidas y luego lo rompía todo porque lo hacía muy mal y le daba vergüenza que encontrara esos relatos su padre (mi abuelo), que era director de un periódico (el desaparecido, “El Eco de Canarias”, de derechas). Mi madre me dijo que le gustaría dedicarse sólo a escribir pero que no podía ya que tenía que ir cada día a trabajar. Supongo que un psicoanalista deduciría que de aquí nace mi obsesión por convertirme en escritor. Y mi teoría de los subhumanos.
Otra mañana, me desperté y la vi aun acostada en la cama (los tres, dormíamos en la misma habitación, en dos camas distintas). Me miró, como deseando contarme algo, pero no se atrevía. Recordando, desde el presente, su forma de mirar diría que ella tenía la típica mirada alegre de quien se acababa de enamorar. Finalmente, decidió contármelo. Me dijo que aquella noche había soñado con Jesucristo y que éste le había besado en la boca. Yo me escandalicé: Jesucristo había besado a mi madre en la boca. JESUCRISTO SE ENROLLÓ CON MI MADRE. HIJO DE PUTA. A MI MADRE NO LA TOCA NADIE. MI MADRE NO BESA A NADIE PORQUE ES UNA SANTA. Ella me pidió que no se lo contara a mi abuela, porque ésta era muy católica y seguro que se enfadaría si la escuchaba decir que Jesucristo la había besado en la boca.
-¿Y te dijo algo Jesucristo?
-Que me iba a morir dentro de poco –me contestó.
Yo me puse a llorar.
-¿No tienes miedo, mamá? –le pregunté aterrorizado.
-No. La verdad es que, tal como me lo dijo, no me pareció que morirse fuera algo terrible. Hasta le pedí morirme ya e irme con él. No llores Rafita.
Mi madre me abrazó. Tres años después murió de cáncer. A veces me pregunto qué pensaría ella de mí si leyera las mierdas que escribo. A veces me pregunto qué hubiera sido de mi vida si ella no hubiera muerto. A veces me pregunto cuando dejaré de pensar en ella, de quererla. A veces me pregunto si habrá vida tras la muerte y la podré volver a ver. Algunas veces deseo que se me aparezca en sueños, me bese en la boca y me diga que me voy a morir. Algunas veces imagino que Jesucristo no la besó, si no que se la folló. Y entonces me siento orgulloso.