Yo no viví, por edad, la censura de Franco. Pero, como creador, vivo en la actualidad la censura del público. Del público hipócrita de coeficiente intelectual bajo.
Las televisiones, los periódicos, están aterrorizados. Ningún medio se atreve a publicar o emitir nada que no esté edulcorado. Millones de mentes se enfadan y patalean si se les muestras la vida sin una capa de pintura o si dices lo que realmente piensas y no es lo que se debe de pensar. La firma italiana de moda Dolce&Gabbana ha retirado todas sus campañas publicitarias en España. En lo que va de año se les ha acusado de incitar, con sus anuncios, a la violencia contra la mujer y al turismo sexual. He visto esos anuncios: no me han entrado ganas de pegar bofetones a mi novia ni de irme a Tailandia a buscar a una pobre niñita. Para que te entren ganas de hacer eso tienes que estar enfermo, no ver anuncios de moda.
Si Nabokov no hubiera publicado «Lolita» en 1955, si hubiera sido un español quien lo hubiera escrito y publicado en la actualidad, se le habría retirado la novela del mercado inmediatamente. Si «La Naranja Mecánica» se hubiera rodado en esos días, en Carabanchell, con la participación de TVE, hubieran rodado cabezas en el gobierno. Malos tiempos para los creativos.