BLOG DE CONTENIDO SOLAMENTE PARA ADULTOS (+18 AÑOS)

¿Quién eres tú? Soy tu puta

Primero le dije que:

-Aunque esté todo el rato diciendo te quiero y te amo, no es verdad. Nos conocemos desde hace tres días. Es imposible que sintamos ya el cariño y el amor que sienten las parejas que llevan mucho tiempo juntos y que les empuja a cuidarse. Contigo sólo siento interés: interés por estar a tu lado por siempre: me tienes permanentemente en fantasilandia. Ese lugar donde se cree que lo mejor que nos puede pasar es estar siempre juntos. Separarme de ti es algo muy nazi. Estar sin ti es como estar en un campo de concentración, siendo torturado por nazis que me arrancan la piel, buscando mi grasa, para hacer jabones. Me separo de ti y me duele el pecho.

Tras decirle el rollo ese, se la metí. Ella estaba debajo de mí, desnuda. Mientras se la metía una y otra vez buscando el ritmo adecuado, no paraba de recordar lo que ella me había dicho antes:

-La mejor vez que me follaron fue uno que consiguió darme 4 orgasmos en la misma noche.

¿Por qué diablos se lo pregunté? Antes, si una chica me decía eso me dejaba de gustar. Antes, si sabía que la tía había estado con muchos tíos o que le habían metido un puño por el coño o que había hecho un trío me daba asco: me la follaba, sí, pero por nada del mundo me imaginaba siendo novio de una tía así: le echaba mi semen dentro como el que escupe un gapo verde. Me daba asco esa mujer, era una putilla, una perra. Me imaginaba que si me casaba con ella el tipo que le había metido el puño se reiría de mí con sus amigos. Me la imaginaba vestida de blanco, yo de negro y siete tíos señalándome con el dedo, diciendo:

-¡Estás haciendo el ridículo! ¡A tu mujer le metí un puño por el chocho en el año 2005 y se corrió de gusto!

Ya no pienso estas cosas. Ahora me alegro que mi novia haya tenido una vida sexual rica y abundante. Pienso que gracias todas esas experiencias, gracias a todos los desengaños, gracias a todos los orgasmos que ha tenido, ha llegado hasta mí de la forma en que se me presenta: perfecta, liberada, sabia. Para mí su vida sexual pasada no existe: ¿Dónde está? No está registrada en ningún lugar, nadie la grabó con una cámara de fotos digital: todos sus orgasmos pasados no son más que un chiste, un cuento que cuesta recordar porque es aire. Algo abstracto que existió un segundo y que luego desapareció, se desvaneció. Si un día veo al chico que le metió el puño por el coño le sentiré como un hermano: pero, por supuesto, no lo abrazaré porque él no será más que un cromañón que no entenderá nada de esto.

El primer orgasmo le llegó sobre su sofá rojo. Yo aun no me había corrido, así que traté de aprovechar y buscar el segundo.

-Levántate –le dije.

-¿A dónde vamos? ¿A la cama?

La empujé contra la pared blanca del salón. Le abrí las piernas y se la metí por la vagina, desde atrás. Ella se apoyaba contra la pared, jadeando de placer. Yo me miraba en el reflejo del mueble donde guarda las copas de vino. Me veía metiéndosela, mientras escuchaba la música estereo que son sus gemidos: gritaba como si estuviera en el cielo: y eso me la ponía aun más dura. Recordé aquel chico que no se la pudo follar porque le dio un gatillazo y que, para colmo, se puso a llorar luego, avergonzado. Le compadecí. Aquello era mucha mujer. Sólo un hombre de verdad, con mucho valor podía enfrentarse a ella, tener valor para metérsela. Le tiré del pelo con fuerza, agarré su cabello y la hice mirar al techo.

-¿Te duele?

-Sí

-¿Te gusta?

-Sí.

Se la empecé a meter con fuerza, sin tacto. Mi polla estaba durísima. Al poco, ella se corrió, entre gritos, por segunda vez. Yo no. Quizá era por el porro que nos habíamos fumado poco antes. O por las botellas de vino rosado. No conseguía eyacular. Pero daba igual: follar con ella, frotarme con ella, me daba más gusto que correrme.

La tiré al suelo, la acosté sobre el frió suelo, la abrí de patas: antes que pudiera replicar se la había metido: ella tiene unas tetas muy grandes y yo se la agarraba, se las apretaba mientras me la follaba, también le daba golpes en el culo con la mano. Allí conseguí arrancarle el tercer orgasmo y correrme dentro de ella. Pero sentí vergüenza. Sólo se había corrido 3 veces. Tenía que llegar a 4, al menos.

-Ha sido el mejor polvo de mi vida –me dijo.

Que me dijera eso me llenó de confianza. La acosté sobre el sillón y le comí el coño. Como estaba un poco fumado se lo mordí con fuerza, pero le gustó.

-Me has despertado el coño –dijo.

Besé todos sus labios vaginales y los saboree. La verdad es que sus flujos estaban ricos. También había algo de semen de un servidor. Le escupí sobre su clítoris y pase mi lengua por allí, una y otra vez. Fue su cuarto orgasmo.

-Quiero que me grabes –dijo entonces.

Eso me la puso tiesa de nuevo. Por la mañana habíamos tenido una discusión porque yo había querido grabar cómo me la chupaba y ella se había negado. Ella cree que la quiero grabar para poner sus videos en Internet. Yo me enfadé y le dije que por qué me había dejado grabarla el segundo día que nos habíamos conocido y ahora no, que si se estaba convirtiendo en una señorita de pronto, si sólo se dejaba grabar por desconocidos. Ella me gritó: me dijo que si sólo se me levantaba si la grababa y yo le dije que estaba claro que ella no confiaba en mí en absoluto y que pensaba que yo era un desequilibrado, un psicópata.

Ahora ella me lo pedía, y eso me puso contentísimo. Ella confiaba en mí, ya no pensaba que era cabrón enfermo. Encendí la cámara y me la comenzó a chupar. Tomé unos planos bien cercanos de ella chupándomela hasta que, de pronto, me sentí sucio, un psicópata, un cabrón por estarla grabando: decidí apagar la cámara para disfrutar mejor de su cuerpo. Me puse de nuevo sobre ella y se la metí. Mientras me la follaba no nos dejábamos de besar, como animales desesperados: como si nos fuera a faltar el aire si no nos besábamos. Le agarré el cabello de nuevo, como haciendo una coleta y le gritaba:

-¿Quién es el que mejor te ha follado?

-Tú -Gritaba ella.

-¿Quién?

-Tú.

-¿Y tú que eres?

-Soy tu puta.

-¿El qué?

-¡Tu puta!

-No te oigo ¡Mírame a los ojos!

-¡Soy tu puta!

Se corrió de nuevo y confundí sus risas, con sus lloros. Era el quinto orgasmo. Dejé de sentirme inferior. Su vagina estaba tan abierta que le metí un dedo, dos, tres, cuatro y por fin el puño: utilizando el puño conseguí el sexto orgasmo.

-Nena –le dije- esto no ha hecho más que empezar. Sólo estoy al 3% de mi capacidad. Llevaba mucho tiempo sin que nadie me consiguiera sacar el animal sexual que hay dentro de mí. Más que nada me resistía sacarlo porque siempre que lo saco las chicas se enamoran de mí y eso es un claro problema.

-Por la mañana me dijiste que te sentías inferior a mí. Estabas muy tímido –me dijo- en cambio, ahora…

-Sí. Porque me gustas mucho, me pareces mucho para mí. Por eso ahora te he follado como si fueras una puta, sin respeto. Para quitarme el complejo de inferioridad que me produces.

-En la cama –me dijo-. Puedes humillarme lo que quieras, porque me gusta. Pero Rafa: no lo hagas jamás fuera.

-No lo haré nunca. De todas formas sigo sintiéndome inferior a ti. Porque me tienes bajo tu poder. Si me dejas, muero.

Los comentarios están cerrados.