-¿Por qué me grabas? –dice mientras apunto con mi cámara de fotos digital su coño: me la estoy follando y no tengo ganas de hablar.
-Me excita –logro decir, articular palabra.
Se la estoy metiendo a una tía 10. En mi vida, he tenido la gran suerte de follar a más de 500 mujeres. Y eso que tengo cara de gilipollas y voz de maricona. Sin embargo, Dios es mi chulo putas y siempre se ha portado muy bien concediéndome milagros inexplicables: nublando la mente a estúpidas que me he follado por el culo. Pero hasta hoy, hasta este momento, no he sentido que he follado con una mujer de verdad. Sólo he follado con pingüinos: con mujeres ridículas.
Hoy me estoy follando a la gran hija de puta de mi vida. Jamás vi culo, tetas y personalidad igual.
-Pues me han dejado muchos chicos –me dice.
-Te han dejado “perdedores”. Desgraciados programados para “auto sabotearse” de por vida. Gilipollas que se cierran a si mismo las puertas del paraíso. Subhumanos que no quieren evolucionar sino, restregarse de por vida entre la mierda.
…
-¿No te excito si no me grabas? –pregunta.
-Sí.
Si no tuviera la polla dura, la mente inútil, le diría que la grabo porque una grabación digital es para siempre: es un contrato moral de por vida: ella me parece un milagro: cuando me vaya de su cama voy a ver ese video 1784 veces: porque si se deja grabar me está demostrando que se fía de mi muchísimo (y eso me excita muchísimo). Una super mujer se me entrega y yo jamás he tenido la polla tan larga. Me corro dentro de ella sin preservativo, sin pastillas. No habría nada que me diera más felicidad que tener un hijo de ella. Por eso olí su camisa, sus bragas, con cariño, cuando se las quitó.
-Amor –suspira cuando me corro dentro de ella.
Y soy feliz.