Tras haber violado a dos mujeres en 1986, el violador fue condenado a 30 años de prisión. Hace un año, en una salida programada, agredió sexualmente a otra mujer. Y, este año, violó, asesinó y quemó a otras dos. Surrealista. Debería de haber estado 30 años en prisión pero el pobre hombre estaba fuera, violando y matando gente. La ley es así.
Condenado a más de 3.000 años de cárcel por diversos atentados en los que murieron 25 personas, Iñaki de Juana Chaos, saldrá probablemente a la calle en unos meses. De Juana jamás ha mostrado el menor síntoma de arrepentimiento. O quizá si, inconscientemente, pues su huelga de hambre puede que le lleve a la auto pena de muerte.
Más allá de cuestiones políticas, lo que nos demuestran estos dos recientes casos es que, para los políticos, nuestras vidas no valen nada. Si violan a tu hija podrás encontrarte al violador rondando el parque de tu casa en cualquier momento. Si matan a tu marido tendrás al asesino viviendo debajo de tu casa.
Estos excrementos de la sociedad que matan y violan a nuestros seres queridos deberían de cumplir las penas íntegramente. No somos piezas de carne que se compran en el supermercado. No hay indulto para el sufrimiento de las víctimas. Los asesinados no regresan del cielo. La ley en un macabro hazme reír.