En un almuerzo de prensa, junto a un director de un museo (no diré el nombre) discutíamos en voz alta, alentados por el vino y sobre todo porque nos tocó compartir la mesa con 5 periodistas guapísimas. Discutíamos como si creyéramos que las 5 chicas nos estuvieran mirando con admiración y deseo. Pero, sin duda, ellas se estaban riendo de nosotros, por los aires magnos que nos dábamos y lo patético que resultábamos:
-Usted no puede mirar por encima del hombro a una persona que prefiere ver «Aquí hay tomate» que ir a su museo.
-Claro que sí –contestaba él- Ese programa es una mierda.
-Y a mi me parecen una mierda los cuadros de su museo.
Buscaba el enfrentamiento directo con el director, únicamente, porque llevo años en guerra con los gordos poderosos (porque quiero ser un gordo poderoso).
-A las personas que ven esos programas de televisión deberían de encerrarlos en un campo de concentración.
-Estoy seguro que un «bakala» con su coche tuneado es mucho más feliz que nosotros dos juntos, gracias a su ignorancia.
Discusiones de borrachos suceden todos los días. Cuando el alcohol baja, se recuerdan las cosas que se dicen, entonces sube la vergüenza. Lo raro es que el PP y el PSOE hagan enfrentamientos de borrachos casi todos los días. Y que, al día siguiente, nunca les de vergüenza.
Ilustración de robotv.