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Y no me gusta estar con chicas tan guapas como tú.

Los ojos ROJOS de los diablos surgen, de pronto, del interior del suelo de las calles de Madrid. Ningún coche se atreve a pasar entonces: la gente, cuando los ve, se asusta inconscientemente: no saben el porque: no perciben a…

… los ojos ROJOS de los diablos, que buscan, por las calles de Madrid, a hijos del diablo, hermanos del diablo, súbditos del diablo: o a víctimas para el diablo: gente a la que atormentar en vida.

A mi ya me han localizado los ojos ROJOS de los diablos: pero no se atreven a tocarme, a volverme loco metiendo voces dentro de mi cabeza: ríen, en silencio, satisfechos: se regocijan: porque estos días, en Madrid, estoy tratando de follarme a una chica virgen: porque estos días, en Madrid, me estoy comportando como un diablo: un hermano de ellos.

Ella se llama Juana Inés. Y es virgen.

Al lado de ella me siento feo. Ella, con su cara perfecta. Yo, con mi cara que, en realidad, es una cabezota inmensa. Ella con sus 20 años, yo con mis 32. Ella sin arrugas, yo con muchas ya, más las que llegarán mañana.

Me siento un vampiro cuando le meto la lengua en la boca. Un viejo verde. Eyaculo sobre su cara y me invade una gran vergüenza ¿Qué hago echando leche sobre la cara de una chica tan joven? No quiero que me mire a la cara. Desde que entra en mi habitación apago la luz para que no vea mis arrugas. Sólo entonces me atrevo a abrazarla y acercar mi cara a ella. Debería de estar con una chica de mi edad, con alegre y sano sobrepeso, con mis mismas arrugas amigas. No con una chica que todavía se puede presentar a un concurso de belleza y ganarlo.

Me agregó al msn porque le gustaron los “Diarios Secretos de Sexo y Libertad”. Y esa chica, que puede tener a cualquiera, lleva 4 días seguidos en mi cama.

-Si vas a poner mis fotos –dice- modifícalas hasta que nadie pueda reconocerme. Me meterías en un problema con mi familia.

-Vale.

Cada día que la veo me hace sentir tan viejo, tan feo.

Yo no quiero estar con chicas guapas ni jóvenes. Quiero estar con chicas feas. Chicas que me hagan sentir guapo y joven. No estoy cómodo sobre su cuerpo desnudo. Hasta el día que cobre no tengo ni dinero para invitarle a comer. Hace tiempo que dejé de tener un cuerpo hermoso.

No sé qué vino buscando, pero lo que encontró es a un viejo, pobre, que no tiene nada. Salvo esa polla gorda y asquerosa con la que eyacula sobre ella. Sin embargo, Juana Inés, no quiere salir de mi cama. Soy una polla gorda. Una polla gorda. Nada más que una polla gorda sobre su cara. Quiero dejar de ser una polla gorda. Todo yo me estoy convirtiendo en una polla. Tengo que volver a aprender a estar solo. Pero es que estamos en Navidad, hace frío, por las noches no hay calefacción y, desde que cierro la puerta de la habitación de mi pensión, si estoy solo, me entra una ansiedad, un temblor inmenso en el pecho. Y entonces lo único que deseo es estar abrazado a alguien.

-Piensas demasiado en el sexo –me dice.

-¿Cómo no voy a pensar en el sexo si te tengo al lado?

-¿No te afectan los insultos que te dejan en los comentarios de tu blog de “20 minutos”?

-¿Cómo me va a afectar los insultos si de pronto aparece una cara como la tuya sobre la que puedo eyacular gratis?

¿Por qué estás aquí, conmigo? –le pregunto -¿No tienes a nadie más con quien estar?

-Pues claro que tengo con quien más estar.

-Pues claro que tienes con quien más estar: millones de personas en Madrid: todos los chicos del mundo te querrían follar. Ahí fuera te está buscando un buen chico, de tu edad, con una buena carrera y un buen trabajo ¿Por qué quieres estar aquí, conmigo, con un viejo verde como yo que ya no tiene sentimientos nuevos para nadie? ¿Qué es lo que buscas? ¿Dinero? Yo no tengo nada de dinero. No soy nadie: mi cama está al lado de un lavamanos… es viernes noche… y estás aquí metida en el cuartucho de una pensión, en lugar de estar con tus amigos, en cualquier pub, bebiendo, bailando y saltando como hacen los jóvenes subnormales los viernes por la noche…

Ella no para de acariciarme el cabello, para arriba y para abajo: cuando termina parece que me han dado volumen en la peluquería: me acaricia la espalda, el pecho, me masturba un poco con sus manos: y yo estoy seguro que Dios es un buen amigo: que ha bajado una escalera del cielo hasta mi cama: que es ella el ángel que él le ha obligado ir, escaleras abajo, para hacerme compañía: para que yo no pase la Navidad tan triste: para que no me afecte el frío y la niebla de la calle: soy el hijo mimado de Dios, que no sé por qué: quizá yo, finalmente, resulta al final, que de verdad soy Dios: quizá Dios se esté dando placer a si mismo: pero lo que está claro es que yo no lo entiendo: que en el orden mental de mi cabeza una chica tan guapa como ella no puede estar con un chico tan mierda como yo… si por lo menos yo tuviera dinero, si por lo menos yo fuera rico… ¿Por qué esta conmigo? ¿Qué es lo que busca? ¿Tan harta está de ser virgen, que quiere que se la folle un cualquiera? ¿Es eso lo que busca? ¿A uno cualquiera?

Quiero arrancarme la cara y ponerme la de un chico guapo, rico, joven y con estudios universitarios.

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