Por desagradecido. Los pobres duermen en la calle. Y yo, que tengo la gran suerte de poder pagar una habitación con lavabo me siento, por eso, terriblemente humillado. Siento que soy el más pobre de los pobres. Tenerte, desnuda, bajo mis sábanas, convertirán, mi pequeña habitación, en un gran palacio: en el lugar más importante y elegante de la historia.
Ahora, viéndote desnuda, no me importa el dinero.
Porque, en Madrid, me siento muy solo. Porque, por poder tenerte a mi lado, durante todo el tiempo, te diré, incluso, que te amo. Soy capaz de ser tan mala persona únicamente por poder dormir abrazado a tu cuerpo. Porque, por poder disfrutar de tus pechos, de tu culo, de tu chocho, de tus risas, de tus miradas, de tus charlas sin sentido, por poder vaciarme en ti cada vez que me venga en gana, soy capaz de hacerte creer que te amo durante toda la vida. Cada día.
A veces, pienso que debería de hacerse una reforma del código penal. Y encarcelar a los mentirosos como yo, que dicen:
-Te amo.
Nos bebemos las botellas de vino que me regalaron, por navidad, los de “20 minutos”:
Voy a poner el colchón en el suelo: para poderte hacer el amor a lo
bestia: la cama hace demasiado ruido cuando nos movemos, los otros inquilinos se molestan: he de tapar tu boca por tus gritos: nunca antes lo habías hecho por el culo.
Porque verte, vestida con mi ropa, viendo como te lavas los dientes con mi cepillo de dientes, sin miedo a que yo tenga el sida, es la más bella declaración de amor que me han hecho desde el año 2003: cuando una noruega me la chupó y se tragó todo mi semen. Estás vestida con mi ropa, sentada en una esquina de la habitación: sabes que, si te vuelvo a ver desnuda, volveré a hacerte el amor: esta noche, tengo la polla, como si hubiera tomado Viagra. Y tú estás pensando en cómo diablos le estás haciendo esto a tu marido. Y en que tienes hambre. Yo es que no tengo nada que ofrecerte.
Pero no te vas: esta noche, deseas pasarla conmigo.