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Un lunes por la mañana: caminando solo por el Retiro.

Un lunes por la mañana, en el gigantesco parque del Retiro, un chico de 32 años, caminando solo, resulta sospechoso para todo el mundo. Los guardias del Retiro me persiguen en sus coches o caminando ¿Seré un violador? ¿Un atracador? No. Soy algo peor. Soy un bloguer.

Evito los caminos que conducen a viejos solitarios: pues, cuando me divisan, se asustan: no soporto que piensen que, cuando termine de deshacer el camino y llegue a ellos, les voy hacer algo. No soporto saber que estoy acelerando el corazón a esas personas indefensas.

Pero, desde que saco una foto, los guardias de seguridad se alejan.

-Es un turista –catalogan aliviados.

Persigo con mi cámara, sin que me vean, a estos dos enamorados:

Deseo:

a)Ver como ella se la chupa o él se la folla. Y filmarlo y ponerlo en “20 minutos”.

b)Ver como unos skind heads le parten la cabeza por pijos (él viste Lacoste, ella lleva un bolso de Prada). Y filmarlo y ponerlo en “20 minutos”.

No pasa nada de lo que deseo (aunque él intenta la primera y ella con risas le evita y él con risas se hace como el que no le importa, que no estaba más que bromeando). Y yo pienso en Begoña: en como me gustaría pasear con ella por este parque: en que jamás voy a volverla a ver.

Veo a un hombre reflexionar sobre la vida: observa el caer de una cascada, escucha la melodía del agua. Hasta que se da la vuelta y descubro que, el muy cerdo, en realidad, estaba meando ¿Dónde están los guardias?

Una madre, reprende a su hija por querer jugar con las hojas secas que han caído de los árboles y que, los jardineros, han recogido, barrido, formando montoncitos:

-Es caca –dice la madre- ¿Por qué deseas tocar eso? No te entiendo.

La niña vuelve a mirar las preciosas hojas secas de los árboles, tratando de entender, de ver en ellas, caca.

-No es caca, niña –me entran ganas de decirle- sólo que tu madre mira esos montones de hojas con ojos de adulta. Cualquier persona que tuviera dos dedos de frente querría hacer lo que tú nada más ver esas hojas: revolcarse entre ellas: jugar. Yo mismo lo estoy deseando.

Un pervertido lleva un buen rato persiguiéndome por el parque: echándome miraditas, sacándome la lengua: diciéndome cosas: lástima que él no sea una tía ¿Hay algo más romántico que el parque de El Retiro, este lunes por la mañana? Cualquier pareja, sentada en cualquier banco, me parece la más bella historia de amor jamás contada. En el retiro, hasta las estatuas tiene parejas:

Cada noche, cuando cierran el parque, las estatuas cobran vida y hacen el amor… Todas menos la de Sancho IV el Bravo: está solo y se masturba:

Me subo al pedestal vació. Para hacer compañía a Sancho 4 el Bravo:

Me esconderé, esperaré a la noche y veré como las estatuas cobran vida ¿Y si entonces el solitario Sancho IV el bravo, me viola? ¿Qué le digo a la policía?

-¡Me ha violado una estatua!

Dentro de mí tengo a un violador en potencia. Cada vez que veo a una mujer sola, en ese parque, me entran ganas de tirarla sobre la hierba, sobre las hojas secas y gritarle, mil veces que la amo. Y besarla en la boca. Luego, salir corriendo.

Salgo por la puerta del ángel caído ¿El ángel caído? ¿No es ese Satanás? ¿Por qué no ponen “Puerta de Satanás”? Veo una furgoneta de “20 minutos”:

Y recuerdo a un imbécil que trabaja allí y que, cuando voy a la redacción de «20 minutos» por las mañanas, me saluda con un insulto encubierto, pues mantiene el roll y la estupidez propia del abusón de E.G.B. Pero lo malo, es que no me lo dice a solas, cara a cara: sino a la galería: para que todo el mundo le oiga y le proteja: el típico cobarde con cara de glande, que no tiene ni media hostia mal dada ¿Me echarán de “20 minutos” si le rompo los dientes a ese tontaina? ¿O me harán una estatua?… Ese imbécil envidioso me acaba de arruinar mi tranquilo paseo por el parque del Retiro. Voy a ir a pegarle una paliza.

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