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Tercer día en Madrid: en el periódico más leído de España.

Solo y sin rumbo, camino por las calles de Madrid ¿Y qué me encuentro de frente y de casualidad guiado únicamente por el poder sobrenatural del destino? Las oficinas de “20 minutos”, al lado de un Sex Shop.

Mentiría si no dijera que, al ver esos letreros blancos y azules, sonreí como un niño emocionado que divisa Disneylandia por primera vez. Sopeso si hacerles o no una visita. Por un lado tengo muchas ganas y curiosidad de conocerlos a todos, de ver la redacción, pero por otro… no quiero que me conozcan a mi: no quiero ver cómo me miran: no quiero que se crean que me creo “algo”: respeto muchísimo a todos los trabajadores de “20 minutos”: trabajan en la redacción estrella del país: han luchado muy duro por llegar hasta allí: yo me he colado dentro por una ventanita que dejaron abierta: ganando un concurso: no soy digno de entrar en esa casa: no soy un profesional, como ellos.

Y además, voy vestido como un pordiosero. No tengo dinero para cortarme el pelo: lo llevo como si fuera un sin techo ecuatoriano. Mejor voy mañana: entro en un cyber: le escribo un e-mail a Arsenio Escolar, el director:

-Acabo de llegar a Madrid y estaba pensando en pasarme por la redacción a saludar ¿Puedo?

-Pasa por aquí cuando quieras –contesta Arsenio.

De regreso a la pensión me ducho, peino y visto con mis mejores ropas: me recuerdo a ese caballero que sale en el “Lazarillo de Tormes”, un hombre pobre que siempre vestía con ropa elegante y cara pero que vivía en una pocilga y no tenía, ni siquiera, qué comer: un capítulo de esa novela picaresca que retrata a la perfección la España de las apariencias. Me digo a mi mismo que yo no soy así: si voy bien vestido a la redacción es únicamente como signo de respeto. Pero luego pienso que, al ir bien vestido, quizá piensen que me creo alguien. Maldigo mi cabeza. Ya estoy nervioso.

Entro en la redacción. Es preciosa. Supongo que para la gente que va allí cada día le parecerá una mierda. Pero, a mí, la redacción me la pone tiesa.

Ordenadores, papeles, suelos de madera: un techo altísimo y precioso: periodistas muy concentrados, escribiendo, pululando laboriosos, dándolo todo. Camino avergonzado, con la cabeza gacha, entre las mesas en dirección al despacho de Arsenio Escolar: la única persona que conozco: justo cuando voy a entrar, una mujer me mira seriamente: pienso que me va a llamar la atención: pero no, de pronto me sonríe:

-Eres Rafa ¿no?

La reconozco de la entrega de premios: es Chapi Escarlata: la veo allí, tan seria, tan bien vestida: tan ejecutiva agresiva… yo pensé que si me la encontraba en Madrid sería, de casualidad, en una orgía.

-Sí –contesto- te leo todos los días: le digo eso como si a ella eso le fuera a emocionar: ella me mira, pudiendo ver eso en mis ojos, y me doy cuenta de que he quedado como un gilipollas engreído. Maldita sea. No soy nadie, no soy nadie, no soy nadie, tengo que recordarlo: sólo escribo un blog.

Arsenio me recibe de buen humor: no sé como describir a Arsenio: es una de esas personas que te dan tranquilidad y confianza nada más hablar con ellas: una de esas personas que parece que lo tiene todo bajo control: supongo que a alguno de los empleados le caerá como una patada en el culo: al fin y al cabo es un jefe: pero a mi me cae de puta madre: sufro el síndrome de Estocolmo con él:

-Hola Arsenio.

-Hola Rafa.

Es la primera vez que hablo con Arsenio. En la entrega de premios de “20 blogs” no me acerqué a él: yo estaba en una nube de felicidad y borracho de vino hasta arriba ¿Quién era Arsenio Escolar? ¡Sólo existía yo! ¡Había ganado un premio, al fin! ¡Y escribiendo algo que me había salido de los cojones, sin tapujos ni hipocresías! ¡Valía para algo! La noche que gané el premio fue la mejor noche de mi vida: jamás fui tan feliz.

Hablo con Arsenio: estoy muy nervioso: tanto que ni recuerdo lo que acabo de decir: nos reímos mucho: le pido un favor:

-Ando un poco mal de dinero con esto de pagar la fianza y los 3 meses del zulo en Lavapiés ¿Puedo venir de vez en cuando a la redacción de “20 minutos” a conectarme a Internet con mi portátil y así ahorrarme la pasta del cyber? No quisiera perder detalle de lo que sucede en Internet cada día.

-Sí, hombre, ven cuando quieras. Podrías venir mañana. Así estás en la reunión de las 11:00 y ves como hacemos el periódico.

Acepto encantado: nos despedimos: me voy: ¿Qué diablos voy a hacer yo mañana en esa reunión? ¡No merezco estar en esa reunión! ¡Pero me muero por ir! ¡Qué curiosidad!

….

Por la noche tengo fiebre: y pesadillas con Arsenio Escolar:

….

Al día siguiente entro temprano en la redacción: conozco al fin a Maria del Carmen Caballero, que es la que, entre un millón de tareas, hace efectivos los pagos: siempre la imaginé como un dragón de 7 cabezas: como un producto de Satanás: sin embargo, cuando la tengo frente a frente me entran ganas de abrazarla: su piel desprende cariño: es una buenaza, me ayuda a que me conecte (gracias José): actualizo el blog y, de pronto, oigo que Arsenio me llama para la reunión: entro, en la sala de reuniones, atemorizado:

-He invitado a Rafa para que vea como hacemos el periódico –anuncia Arsenio.

-Vaya –dice Fran Pomares mirándome- Si hasta tiene cara de buena persona.

Todos ríen. Yo también. Estoy muy, muy, muy avergonzado. Me siento como un jugador aficionado de tercera regional al que, de pronto, le dejan participar en un entrenamiento de la selección brasileña o francesa. Encima, uno se queda de pie por mi culpa: yo llegué primero y me senté en su silla: en voz baja le pregunto:

-¿Quieres sentarte y yo me siento sobre ese armarillo?

-No, da igual.

Me siento mal porque ese profesional esté de pie. Yo debería de estar limpiándoles los zapatos a todos ellos: por cierto, casi todos los redactores jefes llevan barbas de borrachos.

Les oigo hablar: joder, que nivel de inteligencia y eficiencia. Sobre la mesa están todos los periódicos del mundo: los analizan y hacen comparaciones: se maldicen cuando alguno ha hecho algo mejor que ellos: analizan, con lupa, la edición de “20 minutos” que en esos momentos está en la calle: fallos y aspectos a mejorar: hacen un repaso de la versión digital: temas más vistos y comentados: hablan, discuten, sobre los contenidos de la próxima edición:

La noticia de Shakira ha tenido muy buena acogida, pero la información ya está muerta.

Arsenio, de vez en cuando, abre la boca para hacer apreciaciones, puntualizaciones: se nota que llevan trabajando mucho tiempo juntos: el dialogo e intercambio de ideas se hace de forma casi mental, casi no utilizan palabras.

Yo no abro la boca durante la reunión: si hubiera abierto la boca hubiera quedado como un imbécil ¿Qué podría haber dicho?

-Mantequilla.

-¿Qué Rafa?

-Mantequilla.

Al finalizar la reunión, Arsenio habla:

-Mañana empieza la nueva convocatoria de los premios “20 Blogs”. Aprovechando que tenemos a Rafa en la redacción vamos a hacerle una entrevista sobre cómo el premio ha cambiado su vida.

-Un momento- dice Fran Pomares– No se puede ir ya. Nos tiene que contar si al fin, tras dos años y medio sin follar, lo ha conseguido.

Je, je, je. Es curioso: cuando leía el blog que Fran Pomares escribía para “20 minutos” pensaba que era un depresivo a punto de tirarse por la ventana: pero Fran es un cachondo con mucho sentido del humor.

Se termina la reunión: una redactora jefe me pregunta cuanto tiempo me voy a quedar por allí, para el tema de la entrevista: en ese momento todos los redactores están ocupados.

-Si quieres –ofrezco- me hago la entrevista yo mismo.

-¿Cómo te la vas hacer tú? –pregunta riendo.

-Bueno, siempre, en todas las entrevistas las preguntas son iguales. Yo te la mando por e-mail y si no te gusta, espero por un redactor.

Me siento en la mesa de Chapi Escarlata, pues Maria del Carmen Caballero me dice que no vendrá hasta por la tarde. En la mesa de al lado está otra cara que me suena: claro: es el bloguer economista: también es adjunto de dirección o algo por el estilo:

-Lo tuyo –me dice de buen humor- Es competencia desleal.

-Joder. No compares –replico- Es que yo puedo poner fotos de tetas y mamadas. Y tú hablas de economía.

-En cualquier momento comienzo a colgar fotos de tetas.

-Y también tendrías que aparecer en calzoncillos y, de vez en cuando, cagando en el váter.

Nos reímos. Me cae genial ese hombre: es la típica persona que te resulta un amigo de toda la vida desde que abre la boca: pero, profesionalmente, no hay color: en un minuto actualiza su blog. Redacta rapidísimo con unas frases limpias, sin sobras: directas. Escribe sobre economía: de manera de que cualquiera pueda entenderlo. Yo, para escribir el post que él ha escrito, ante mis ojos, en 1 minuto, pasaría horas y horas. Y no conseguiría dejarlo tan pulcro.

Termino la entrevista: se la mando a la jefa de sección: junto a algunas fotos: en todas las fotos salgo en calzoncillos o desnudo: son las únicas que tengo en mi PC: es la primera vez que mando fotos en calzoncillos a una mujer sin intenciones sexuales: me rechaza todas: esta es la entrevista al completo que le entregué: luego, la resumieron, claro:

¿Ha cambiado tu vida el premio?

Pues claro. Antes trabajaba fregando platos en un hotel, de camarero o de recepcionista, o de lo que saliera. No duraba en ningún trabajo más que 3 meses ya que mi sueño era escribir, vivir de escribir. Ahora, gracias a este concurso, lo he conseguido.

¿Qué ventajas tiene haber ganado el premio al mejor blog en castellano?

Ya no soy un desconocido. Antes me leían 20 personas, yo incluido. Ahora, escribiendo para «20 minutos», tengo miles de lectores y eso, para cualquier persona que ama escribir es el mejor de los regalos. También está el asunto de la autoestima. Antes, cuando me preguntaban en qué trabajaba agachaba la cabeza y me daba vergüenza contestar. Ahora, estoy deseando que me lo pregunten ¡Soy escritor!

¿No resulta incómodo escribir sobre uno mismo, abrirse tanto?

Ahora que vivo en Madrid sí. Me encuentro con gente que me conoce: y lo saben todo de mí, incluido si hago el amor o no cada día. Y yo de ellos ¿Qué se? Nada. Como mucho un nick. La parte buena es que no tengo que actuar hipócritamente. Si alguien que me lee me sonríe ya sé que es una persona que me quiere. Todo el mundo me ha visto en calzoncillos y eso es un alivio: saben quién soy.

¿Pensaste alguna vez que ibas a ganar el concurso «20 blogs»?

No. Nunca. Ni siquiera cuando me invitaron a Madrid (yo vivía en Fuerteventura) para que estuviera presente en la ceremonia. Estaba seguro que iba a ganar Orsai, él era y sigue siendo el mejor, un maestro. Pero parece ser que prefirieron apostar por un desconocido, sacar a alguien de la nada absoluta. En este concurso gana quien lucha hasta el final, no miran quién eres ni como te llamas: sólo tu blog.

¿Algún consejo para los participantes?

Este concurso es una oportunidad ideal para cumplir tus sueños. Si te gusta el mundo blog y deseas dedicarte a ello no hay ventanita mejor para colarse dentro del mundo profesional. No te dejes desanimar nunca. Cuando empieces a recibir multitud de insultos y críticas negativas en tu blog es que lo estás consiguiendo. Sé fuerte y que no te de miedo la competición

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No pensé que me fuera hacer ilusión pero, al día siguiente, cuando tomo el metro: sobre un banquito, encuentro el ejemplar del día de “20 minutos”: salgo en portada:

Ji, ji, ji. Así da gusto tomar el metro.

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