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Los jefes

Si alguna vez he estado a punto de asesinar, ha sido a mis jefes.

Los jefes son esos seres gordos y sin corazón que te pagan lo justo para que no puedas faltarle el respeto en vida. Si lo haces, te quedas sin trabajo y con terribles referencias.

Todos los jefes del mundo se saben de memoria “la gran respuesta”. Te la dan cuando pides ayuda porque estás haciendo el trabajo de dos personas:

-Es que no sabes organizarte –contestan-.

Te dedicas a trabajar lo menos posible, sin que sospechen. A veces, cometes pequeñas venganzas: robas un paquete de folios.

Piensas en ellos más que en tu novio-a. Gracias a ellos tienes un trabajo con el que comer. Has de estar agradecido: tu puesto de trabajo lo desean miles de personas. Los jefes se sienten santos. Porque te pagan un sueldo de su bolsillo que, según ellos, no mereces. Los jefes pasan a tu lado y no te saludan. Y entonces piensas ¿Qué pasará? ¿Me irá a despedir?

Observas a las nuevas incorporaciones de la empresa. Pequeñas babosas que lamen los zapatos del jefe. Y, para colmo, el jefe se hace el amable: ¡Les sonríe!

-¡Qué buena gente es el jefe! –te dice el nuevo.

Y asientes hipócritamente. Pensando cómo hacerle la vida imposible al nuevo hasta que se pase a la “resistencia” y comience a robar folios.

Nota.-Ilustración original de rosquete-robotv

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