¿Usted ha muerto? ¿Murió sin poder follarse a su novia? ¿A esa vecinita que tanto deseba? La solución, hasta hace muy poco, era contactar con “Back to the life like a dog”. Esta empresa ofrecía un servicio asombroso: tras localizar el perro de su amor imposible usted se suicidaba y ellos se comprometían a meter su alma dentro de la mascota con polla más próxima a su amor imposible. Así usted, por fin, podría frotar su polla con la susodicha y eyacular, contento y en paz:
El creciente ataque de perros tratando de encular o frotarse sexualmente con sus amas, todas tías buenas, puso en alerta a la policía norteamericana que enseguida relacionó el hecho con “Back to the life like a dog” sin embargo, a pesar de la propia confesión pública de compañía no se pudo hacer nada, ya que en la legislación norteamericana existe un gran vació legal en el tema de posesión espiritual de perros por parte de seres humanos:
No pudieron actuar hasta que “Back to the life like a dog” cometió su primer fallo: una de las chicas imposibles en vida, no tenía perro ni mascota con pene. Así que permitieron salir de sus tumbas, y en formato zombi, a dos de sus clientes y, la vez, para que se la follaran por la noche:
La policía ha desarticulado esta empresa sobrenatural descubriendo que su cerebro intelectual era el reputado científico Stephen Hawking que, despechado por el abandono de su mujer, andaba liando el mundo, soltando caracoles radioactivos por Palomares y creando un rayo cósmico confundidor que desató el líbido de las mascotas oficiales de Disneyworld:
Y también de la mascota oficial del presidente norteamericano: José María Aznar que se comporta como un camarero de discoteca con las periodistas y al que, hace no mucho, se le vio paseando como un chulito, mirando a las nenas y presumiendo de teléfono móvil en una playa de Miami.
-“Mi mujer –declaro Stephen Hawking a la policía- me ha dejado porque tiene un rollo con su monitor de frikidance, el nuevo baile de moda:
–“Y yo no voy a parar ahora hasta destruir el mundo.” –terminó amenazando Stephen Hawking, reconvertido en archienemigo del universo.