Ya sé porque, el magnífico “escritor” y psicoterapeuta argentino Jorge Bucay, tomó 60 páginas de un libro de Mónica Cavallé y las metió, como si nada, en uno que dijo suyo “Shimriti”: libro que tuvo que ser retirado de las estanterías de los grandes centros comerciales e hipermercados tras hacerse público el plagio: y haber vendido, claro está, más de 110.000 ejemplares (ya que, cuando uno anda con problemas emocionales, se es capas de hacer los mayores disparates: incluido comprar libros de Jorge Bucay)
Lo hizo porque estaba liado escribiendo, él solo esta vez (espero), un “thriller” político que ha titulado con el ingenioso y original nombre de “El candidato”: gran novela que no tendré otra que leer cuando muera y me condenen a los horripilantes tormentos del infierno.
De entrada, “El candidato” acaba de ser galardonado con el “V Premio Torrevieja”, certamen con un nombre feo de cojones que suena más a cabras y a mulas que a literatura. Felicidades, campeón ¿Por qué limitarse a escribir para fracasados con problema de autoestima y tener su propia revista como “Ana Rosa” en el mercado? ¿Por qué no hacer dinero también con los alelados compradores de best sellers?
-“Toda la vida –ha declarado Bucay a la prensa- me he dedicado a contar cuentos, pero ahora que he escrito mi primera novela puedo decir que escribir una novela es muy difícil, pero ha sido emocionante, cautivante y sorprendente».
Esas declaraciones no son propias de un escritor: sino de un ama de casa de 60 años que acaba de terminar su primer relato para un taller de escritura.
Un escritor que plagia o “intertextualiza extrañamente” deja de ser –por lo menos para mi- un escritor: se convierte en un comerciante. Así que es lógico que, dichos escritores, ganen esos premios: las editoriales que están detrás de dichos premios no buscan hacer un aporte a la literatura: apoyando ciegamente el mejor escrito presentado: menuda estupidez hacer eso: ni que fueran estas editoriales una O.N.G: lo que buscan es hacer negocio: otorgan ese premio a cualquier escritor que les devuelva, en ventas, el dinero del premio: y con creces…
…lo siento por todos esos escritores noveles que presentan sus obras, ilusionados, a grandes certámenes que son vendidos como literarios: el premio se lo van a dar a gente con nombre, que venden, como Lucía Etxebarría. Da igual si esos escritores escriben sus libros o no: lo que importa es vender.
Los escritores noveles pueden presentar sus obras a los pequeños premios que, cada dos por tres, convocan los Ayuntamientos: sólo que, en ellos, el jurado suele estar formado por funcionarios que, en su aburrida vida, sólo han leído la sagrada constitución española para aprobar la oposición con la que consiguieron su puesto de trabajo: así que, el joven escritor novel, ha de olvidarse de presentar textos experimentales a la competición del ayuntamiento: ha de escribir, mejor, sobre nenúfares y estanques dorados si quiere ganar.
La única oportunidad del escritor novel, hoy en día, está en apostar ciegamente por él mismo, en Internet: pues, hasta a las editoriales pequeñas, les hacen falta pelotas para arriesgarse. Y tras conseguir un nombre, y perderlo plagiando, ya podrá presentarse –el antiguo escritor novel- a los grandes premios y vivir en hoteles de lujo mientras esnifa toda la cocaína que quiera junto a putas de lujo: asunto que, ahora que lo escribo, no pinta mal del todo.
Una vez, una escritora amiga mía, muy famosa y metida en el mundo literario (no diré el nombre, por respeto, pero aviso de que no es la de la foto) me dijo:
-Nunca creas en los grandes premios literarios ni en las listas de ventas de los libros: todo está amañado.
… como la vida.
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Por otro lado, sin relación a lo primero, quiero compartir con vosotros un e-mail de los muchos que recibo cada día, casi siempre, todos dicen lo mismo:
Apreciado Rafa,
Aunque confieso que en un principio me interesaste mucho y te leí con asiduidad, he de decirte que cada vez me resultas más patético. Considero que has pasado de la posibilidad de tener éxito a dar auténtica lástima, no siendo más que vulgar y triste. Ni con las entrevistas consigues ya atraer al público. Sólo espero que seas reemplazado de una vez por la siguiente persona que gane el premio que aún no entiendo cómo ganaste. Desde hoy tienes un lector menos. Dedícate a otra cosa, no se, a la cría de la chinchilla, por ejemplo. Conviertete, de una vez, en una persona, no en basura.
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