Mañana continuo con la saga de «Gente que conocí y que ahora me importa una mierda». Hoy no he podido escribir. Se me ha roto el portatil. He pasado casi todo el día fuera, primero tratando, implorando, que me lo arreglaran… hasta que me di cuenta que no puedo dejar mi portatil en ningun taller: tengo demasiadas fotos privadas de chicas: y a todas les prometí, cuando me las mandaron por el msn, que esas fotos sólo las vería yo: no puedo arriesgarme a que un técnico las vea, guarde y quizá distribuya por Internet: así que he pasado el resto de la tarde buscando un portatil nuevo (desde el que escribo)… el ordenador viejo, me mira ahora desde una esquina de la mesa: me dice:
-Me has sustituido desde que te he dejado de servir: sin sentimientos, fríamente, inmediatamente. Eres como uno de esos empresarios gordos que tanto criticas. Esos empresarios que tratan, despiden y olvidan trabajadores sin tratarlos como personas ¿Sabes? Yo también tengo sentimientos.
Ver el ordenador viejo me hace sentir mal: porque me ha hecho entender a los empresarios gordos.
He pasado el día con nervios. Casi todo los textos importantes los tenía guardados en cds, sin embargo, muchos otros, no. Me he tenido que gastar dinero, 800 euros, en el portátil nuevo: llevo dos años casi sin salir de casa, ahorrando todo lo posible para autoeditar mi libro y mudarme a Madrid pero nada, imposible, siempre surgen gastos: si no salgo de casa es lo mismo: los gastos vienen a buscarme: da igual en qué habitación de la casa me esconda.
Desde que llegué a casa he llenado la bañera de agua, para darme un baño relajante: por fin lo estaba consiguiendo cuando Elena entró en el cuarto de baño:
-No has puesto jabón -observó.
-No quiero jabón.
-¿Por qué?
-Me gusta así.
-¿Sin espuma?
-Sí.
-¿Te pongo sales?
-No.
-¿Por qué?
-Porque así estoy muy bien. Estoy tratando de relajarme y estoy desnudo ¿Puedes irte?
-Pero si las sales que compré son relajantes.
-Yo no quiero esas sales que compras en los chinos, por favor. Seguro que me salen ronchas.
-Que no las compré en los chinos. Las compré en «Body Shop»
-¡Joder! ¡ Que no quiero sales!
Pero Elena abrió la bolsa de las sales sobre la bañera. Y cuando, satisfecha, terminó de verterlas y se fue, seguí con mi baño relajante (salvo porque las sales de mierda esa eran unas piedritas azules que se metieron debajo de mi culo y me picaban).
Así ha sido mi día de hoy. Bueno, también he recibido un curioso e-mail, que copio a continuación:
«Estimado Rafa,
leyendo la revista glamour, concretamente un artículo que hablaba sobre tu blog, y tras ver tu foto, me vino a la cabeza la imagen de un chico que, estando yo en la guagua a la altura de la calle Primero de Mayo (Las Palmas de Gran Canaria), me entregó una carta en la que me dejaba su número de teléfono y mencionaba algo de su vida, intentando hacerme creer que lo que le había ocurrido conmigo era una especie de flechazo o algo similar, realmente no lo recuerdo con exactitud, ya que de eso han transcurrido más de diez años, estoy casi segura de que ese chico eras tú, ahora, tras leer algo de tu blog, supongo que lo habrás hecho en infinidad de ocasiones, y que probablemente no lo recordarás, pero si fueras tan amable, me podrías confirmar si realmente eras tú?
Un cordial saludo,
Elsa»
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«Hola Elsa:
Sí que fui yo. Quizá te resulte poco creíble pero cuando te di la carta esa yo era un chico bastante tímido, nunca antes lo había hecho. Me costó horrores escribírtela y entregártela. Además, por aquel entonces no tenía novia ni amigos y me sentía realmente sólo.
A partir de ahí, de tu rechazo, siempre que nos encontrábamos por la calle, por casualidad, me sentía sucio, un acosador: me mirabas (o quizá eran imaginaciones mías) como si estuviera loco o fuera un psicópata. Por fortuna, luego fuiste creciendo y si nos volvimos a encontrar, no te reconocí. Pero yo no he olvidado la cara de esa niña.
No volví a escribir una carta así, con la intención de conocer a alguien, hasta hace unos 4 meses. Esa vez, por fortuna, me fue bien. De todas maneras, si nos volvemos a encontrar algún día de casualidad, esta vez tu cara de estar viendo a un desequilibrado mental estará totalmente justificada ya que dices que has estado leyendo un poco mis diarios.
De todas maneras aprovecho esta oportunidad para pedirte disculpas si mi comportamiento te molestó alguna vez.
Espero estés bien.
Rafa»
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«Hola Rafa,
siento que te sintieras rechazado, no fue mi intención hacerte sentir así, es más, siempre lo he recordado como algo bonito y nunca te vi como un posible psicópata… bueno tras leer un poco de tu blog me quedé bastante desconcertada… pero siempre he sido bastante incrédula, y no suelo creerme nada de lo que me dice algún chico que no me conoce.
Aprovecho esta extraña oportunidad que nos brinda el destino para decirte, diez años después, que no me molestó en absoluto, que en el fondo me sentí halagada y pese a que probablemente lo hayas hecho en infinidad de ocasiones, te agradezco que yo haya sido una de esas chicas a las que por un instante hiciste sentir especial (ese mínimo instante en el que no piensas «Elsa, no seas ingenua, seguro que esto se lo dice a todas»)
Espero que tengas mucha suerte con la publicación de tu novela, probablemente conozcas la historia, porque creo haber entendido que eres una persona muy culta, pero en Italia, una novela similar a la tuya, «Cento colpi di spazzola prima di andare a dormire» de Melissa P, se convirtió en best seller y fue muy comentada en su país, incluso en España se hizo la película basada en el libro.
Aún a riesgo de caer en un tópico, espero que seas feliz, haciendo lo que quieras hacer.
Un cordial saludo,
Elsa «