Llego a casa: me encierro en mi habitación: me tiendo sobre la cama, me quito los pantalones: me masturbo con violencia pensando en las chicas de Barcelona y sus tetas: utilizo mi imaginación: me las follo a la vez: de vez en cuando, cambio: imagino que me follo a la ex novia de Daniel: pero entonces, la cara de Daniel se aparece en mis imaginaciones: pierde fuerza mi erección: algunas veces me ocurre: me estoy masturbando y se cuelan en mi cabeza imágenes de chicos que, generalmente, me caen mal: he llegado a pensar que eso sucede porque soy un homosexual reprimido: me armo de valor: hoy voy a enfrentarme a la situación:
-Me voy a masturbar pensando en un Daniel. Y si me gusta, lo volveré hacer. Si soy marica, lo seré.
No puedo: la polla pierde erección: no me excita Daniel: me da asco imaginármelo chupándome la polla: creo que aparecen imágenes de chicos en mi cabeza cuando estoy masturbándome porque mi subconsciente trata de reprimir mis masturbaciones: en el fondo, creo que está mal masturbarse: a mis abuelos no les gusta que me masturbe: no creo que eyacular esté bien: no creo que nadie en el mundo quiera que yo eyacule: masturbarse es algo sucio y malvado: me levanto: saco de mi armario un catalogo especial verano de “El Gran Centro Comercial”: lo abro por una foto donde una modelo luce, desafiante, un bañador:
ya me he corrido sobre esa foto otras veces: la coloco a mi lado: continuó masturbándome: si en mi cabeza vuelve a parecer Daniel u otro chico, abriré los ojos y me masturbaré mirando la foto de la modelo: pero ojalá que no: que gustirrín: acabo de meterle la polla a la ex de Daniel: me está mirando a los ojos como si el acto sexual fuera un milagro: en otro lugar de mi cabeza, las chicas de las playas me hacen una mamada a dúo: mi abuela trata de abrir la puerta de mi habitación: nunca toca en la puerta: menos mal que pasé la llave: no quiero ni pensar cómo devastaría mi psique que mi abuela me sorprendiera masturbándome: que viera mi polla erecta: mi abuela parece que tiene un radar: siempre que empiezo a masturbarme, toca en la puerta: mi abuela debe ser plactonita: o quizá quiera verme masturbar: al fin y al cabo es una mujer:
-Rafa ¿Ya llegaste? –pregunta su voz, desde el otro lado de la puerta.
Menuda pregunta estúpida, pienso, claro que llegué, las puertas no se cierran por dentro solas:
-Sí –digo sin levantarme de la cama, sigo sin abrir la puerta, trato de hablar sin que advierta mi respiración anormal.
-¿Qué vas a cenar?
-Un bocadillo.
-¿De qué?
-Yo me lo preparo.
Mi abuela se va: mi erección también: he de volver a empezar: pero ahora, en mi cabeza, también anda la imagen de mi abuela y eso es, definitivamente, un asunto terrible: Daniel, su ex, las chicas de Barcelona y mi abuela, rondan por mi imaginación en la madre de todas las batallas hasta que, de pronto, se produce la gran explosión: eyaculación: el culo de la morena ha ganado.