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Me busca la policía

Llego del trabajo: 19:00 h: hecho polvo: no voy ni a encender el ordenador: sólo quiero dormir: luego, me pongo a escribir: ni puta idea de qué escribiré hoy para “20 minutos”: suena el teléfono: es mi tío: dice que, hoy, dos policías se han presentado en casa de mis abuelos, buscándome: que mañana he de presentarme en comisaría: qué raro: llamo a esa comisaría de policía: les digo que ahora vivo en otra isla (Fuerteventura): me es imposible estar en Gran Canaria mañana: me piden mi teléfono: mañana me llaman:

-¿Para qué es? –pregunto.

-¿Te has metido en algún jaleo con la justicia? –pregunta, a su vez, el policía.

-No. Bueno –recuerdo- hace tres años fui a declarar por una pelea (de Saki). Pero fue hace tres años.

-Mañana te dirán.

Cuelga.

Quedo intranquilo: me tiendo en la cama: quiero dormir: pero no puedo dormir: no dejo de mirar al techo: con el corazón latiendo muy de prisa: pensando:

¿Y si me he metido en un lío? ¿Y si alguien me ha denunciado? Tengo miles de enemigos: sólo por escribir los diarios secretos tengo más de 100 enemigos en Gran Canaria: sólo por atreverme a perseguir mis sueños tengo más de 1.000 enemigos por la red ¿A quién se le habrá ido la cabeza y me ha denunciado? En mi cabeza, hago posibles listas: pienso: realmente, ¿por qué estoy intranquilo? no he hecho nada malo: tengo la conciencia tranquila: mi único pecado es no escribir sobre nenúfares y saltarme las normas gramaticales: escribir sobre lo mierda que es la vida ¿Por qué estoy tan intranquilo?: creo que únicamente es por si los de “20 minutos” me echan: es que soy un impresentable: ellos no tienen la culpa de cómo soy: ni los culpables de nada: me costó mucho llegar hasta aquí ¿Y si retrocedo de nuevo? No sería el fin: pero sí que perdería una gran oportunidad: me pagan por escribir y me hacen una publicidad de mil diablos: estoy en la cama, con miedo: tengo que levantarme: no puedo dejar de escribir: eso sería dejar que ganara el quién me haya denunciado:… es entonces cuando se me ocurre este post… escribiré sobre esto: me levanto: camino hasta el cuarto donde tengo el ordenador: está hecho un desastre:

Es que me paso el día trabajando en ese restaurante de mierda: 10 horas + 1 hora de transporte: y, nada más llegar a casa, he de ponerme a escribir para “20 minutos”: como, donde escribo, con el plato de comida al lado del ordenador: no hay tiempo que perder:

no recojo los platos: los acumulo por el cuarto, sobre los libros: se me caen al suelo: no los recojo:

en las estanterías conservo las cosas que he utilizado para los posts de la semana: debería tirarlos a la basura:

no supone mucho trabajo, Rafa: sólo agarrarlos y bajarlos hasta la basura: pero es que vengo del trabajo muy cansado: muy vago: …algunas veces, por no salir del cuarto donde estoy escribiendo, meo en cualquier sitio: por ejemplo, dentro de la botella que utilicé para el post sobre Jesucristo: y, cuando termino, la dejo ahí y sigo escribiendo:

Tengo, una esquina de la habitación, llena de garrafas de agua vacías: para unas fotos: para una historia que quiero escribir sobre el “Ángel verdugo del martillo vengador”: aun no he podido: necesito comprar cinta adhesiva gruesa:

entro en mi Web: en mi blog: leo los comentarios: leo el correo: pienso: ¿Realmente vale la pena lo que estoy haciendo? ¿Qué estoy haciendo? ¿No es un absurdo? No soy más que un niño: eso lo sabe todo el mundo: un niño con aspiraciones a convertirse en escritor: un inmaduro: ¿Por qué no me rindo?: soy camarero: no puedo salir de ahí: es lo que soy: lo demás son sueños: imposibles: y, encima, alguien me denuncia a la policía: no, no: no me han denunciado: te estás emparanoiando, Rafa: no sabes nada aun: mañana te llamarán y lo sabrás… pienso: me animo: todos los grandes de la literatura que han escrito obras transgresoras han tenido problemas con la justicia: Henry Miller con “Trópico de Cáncer”, Baudelaire con “Flores del Mal”, Nabokov con “Lolita”… una denuncia no hará más que engrandecer mi novela: me vendría bien: ¿Pero soy yo un grande? Sí: sin duda: claro que lo soy: ya es demasiado tarde para dejar de serlo: te jodes Rafa: ya no hay marcha atrás: aunque joda a mucha gente estás escribiendo en directo un capítulo de la historia de la literatura: algunos no lo pueden ver porque creen que los milagros no existen: que “querer es poder” es una frase que inventaron los americanos para el final de sus películas: desconfían tanto de sí mismos: e sus super poderes:… no he de tener miedo a los problemas: Dios siempre ha cuidado de mi: Dios es el argumentista de mi vida: a veces me las hace pasar putas pero, siempre, al final, permite que me ría de mis desgracias: y que las convierta en un capítulo genial de mis diarios secretos: si me metieran en la cárcel saldría de allí con el culo roto y con un best seller genial: mi vida es literatura: respiro sílabas: pico el ojo y es una tilde.

Apago el ordenador: salgo a la calle: voy a la librería: hace una semana que pedí “El código secreto: el misterio de las 300 holandesas”. En círculos especializados, y no comprados, se habla muy bien de esa novela: dicen que es un nuevo clásico de la ciencia ficción: parece ser que la editorial ha impuesto el nombre “El código secreto” para vender más: realmente se llamaba “El misterio de las 300 holandesas”: pobre escritor: que putada le han hecho: un excelente trabajo y lo disfrazan de best seller barato: las editoriales tratan a los libros como productos: luego me preguntan porque prefiero autoeditarme. En la puerta de la librería veo un cartel:

“SE BUSCA DEPENDIENTA. TRAER CURRICULO”

Femenino. Para los trabajos de cara al público y sector sevicio, siempre suelen pedir a mujeres: porque son más educadas y más serviciales que los hombres: los hombres solemos comportarnos siempre como unos gilipollas: y unos guarros: ellas no: mañana vendré a pedir ese trabajo: no es la primera vez que me dan un trabajo pensado para una mujer: soy muy educado y muy servicial: se me da bien hablar con voz de niño bueno: además sé bastante de libros, tengo experiencia: a ver si puedo mandar a la mierda al restaurante: el libro que he venido a buscar está: que bien: y recuerdo que necesito cinta adhesiva: habló con una de las chicas:

-¿Venden aquí cinta adhesiva gorda?

La dependienta me mira mal: es muy gorda: me sonrojo: pregunta:

-¿Esta le viene bien? –me enseña una, pero es muy fina.

He de decirle que no: es el momento de cambiar el adjetivo: decir “gruesa” en lugar de “gorda”: pero si lo hago se va a dar cuenta de que lo he cambiado por ella: así que le vuelvo a decir:

-No, tiene que ser más GORDA.

Ella sabe que le estoy diciendo GORDA. Y yo me siento fatal. Por llamarla gorda y porque no voy a poder evitar escribir esta anécdota en este blog: y si me dan ese trabajo, sé que me iré de la lengua: no puedo evitar decir, orgulloso, a todo el mundo, que trabajo escribiendo para el diario más leído de España: y mi compañera GORDA visitará este blog: leerá lo que he escrito de ella:… mejor me voy a casa: mejor me dejo ya de comerme la cabeza: me voy a concentrar en el libro que he comprado: ya os diré que tal está cuando lo lea: ya os diré si me meten en la cárcel: ya os diré, tantas cosas, que no sé quién se cansará primero.

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