Vive el siglo sexto cuando, 33 frailes y el prior de un convento irlandés, deciden embarcarse en un grandísimo barco hacia las Islas Canarias (España) con el fin de predicar el Santo Evangelio primero allí, luego en el continente africano.
En el momento en que ya casi se divisan las costas canarias, se desencadena una horrorosa tormenta, de tal magnitud que la tripulación comienza a temer por su vida: creen que Dios está enfadado con los frailes: por haber abandonado el monasterio donde le rezaban a diario.
Tan terrible es la tormenta que aloca a los marineros: quieren tirar a los frailes por la borda, sin embargo, de pronto, de la nada, surge una isla:
-¡Aguardemos allí a que pase el temporal! –gritan los marineros.
No obstante, nada más conseguir desembarcar en dicha isla, a los marinos le recorre por la espina dorsal la certidumbre de que se encuentran en un paraje maligno: ven animales desconocidos, frutos exageradamente grandes, paisajes imposibles.
Por ello, más asustados todavía, deciden abandonar la isla y a los religiosos en ella.
El prior de aquel convento irlandés se llamaba Blandón, nombre que ha ido transformándose con el pasar de los años hasta llegar al que conocemos en la actualidad: Borondón, que da nombre a la isla.
Tras la conquista de Canarias (1402-1496) los españoles divisaban dicha isla con frecuencia, sobre todo, desde la isla de La Palma (se guardan en los museos, multitud de informes, actas, escritas por ellos) miles de veces partieron con barcos rumbo a San Borondón pero, desde que se acercaban, la isla desaparecía misteriosamente.
Hoy, en la actualidad, la isla mágica se sigue observando desde las costas canarias: los días de muy mal tiempo o los días de milagro ¿Misterio? ¿Leyenda?…
Sí: San Borondón existe: yo nací en la isla de San Borondón: pero, por desgracia, quise viajar: ver como era el resto del mundo y, cuando comprobé que era una mierda, ya no me dejaron regresar:
-Es que ahora tú también te has convertido en una mierda Rafael Fernández –me dijeron.
Paso los días mirando por la ventana, esperando una señal de San Borondón:
déjenme volver, por favor, por favor…
Los sanborondenses y sanborondensas pasábamos los días tirados en la arena de la playa: desnudos, pintando, escribiendo, hablando, follando o haciendo el amor, bebiendo, fumando: recuerdo que, el prior del convento, Blandón, poco antes de yo irme, me confesó que él también deseaba dejar la isla: para hacer turismo: llevaba ya más 500 años allí metido:
-Quiero visitar Estados Unidos –me dijo- Ver Disneylandia y eso.
Siempre me pregunté que tal le habría ido: no me pudo dar el número de su teléfono móvil porque no teníamos: sin embargo, hoy, por fin, supe de él: sale como protagonista en una noticia de “20 minutos”:
Nota.- Ilustraciones de San Borondón sacadas de una web genial.
Nota 2.-Y más información de San Borondón aquí , aquí , aquí o aquí.