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3-1: España gana a Túnez.

Mi amigo Fabián me llama:

-Mi novia se ha ido de casa.

Y le noto lloroso: y voy hasta su casa: aun maldiciéndome: porque lo que realmente quiero es quedarme en casa escribiendo: terminar mi novela.

Paso toda la tarde con él: incluso lo acompaño a un bar a ver el España-Túnez: pero no paro de estar nervioso, de decirme:

-Debería de estar en casa escribiendo. Voy muy retrasado con mi novela.

La pantalla del bar está sobre los baños: baños de hombres, baños de mujer:

una mujer entra en el bar: me fijo en ella: acaba de llegar del trabajo: es cajera de un supermercado: viste con el uniforme: es bastante fea: flaca, arrugada, sin curvas, vieja: pero está enamorada: se le nota a la legua: la cajera del supermercado ha entrado donde todos los hombres estamos viendo el fútbol: nadie la ha mirado: por lo fea que es: hace poco, en el televisor, enfocaron a dos bellas mujeres que, en el estadio, animaban a la selección española: eran muy guapas: jóvenes: alguien gritó:

-¡MENUDOS MELONES ESPAÑOLES!

Pero la cajera del supermercado ha entrado y nadie la ha mirado: es una mujer: pero como si no lo fuera: tiene una raja en el chocho: nada más: por lo demás como si fuera un hombre: la cajera del supermercado busca a su marido (o quizá a su novio): lo encuentra: su novio está frente al televisor: con más amigos: bebiendo jarras de cerveza: se le acerca y este ni se inmuta: ella le besa, él la aparta:

-Coño –dice- el partido.

Me fijo en su novio (o su marido): también sobre los 50 años: gordo: vulgar: trabajará en algo relacionado con la construcción: la camisa de botones abierta hasta la barriga: la piel cubierta de pequeños pelos rizados: piel morena: manos gruesas: medio borracho por la cerveza y por los amigos: me pregunto si esa clase de personas, tan rudas, tan neandertales, sienten el amor: si pueden llorar por amor: trato de imaginar a ese hombre llorando por amor: no creo que pueda: es un hombre del ayer: de esos que creen que decir “te quiero” es sólo cosa de mujeres: esos hombres sólo lloran por dinero: cuando se quedan sin nada: sin trabajo: yo los he visto.

La mujer queda parada, al lado de su hombre y, este, ni la mira: es como si ella no valiera más que una colilla: es que ella es una colilla: basura del suelo: la mujer fea piensa: quiere que su novio (o marido) la mire: que sus amigos la deseen: dejar de ser invisible: se va al baño que está bajo el televisor: todo el mundo grita: España no marca.

-¿CÓMO NOS VAN A GANAR ESOS MOROS? –grita alguien.

Yo, espero impaciente que la mujer fea salga del baño: ella ha entrado en ese baño con un firme propósito ¿Cuál es? ¡Quiero saberlo! ¡Algo planea! ¡Estaba decidida! Vi determinación en su mirada.

La mujer, vieja y fea, sale del baño.

Ha tardado 15 minutos.

Está maquillada.

Se ha esmerado.

Pintado mucho.

Y nada más salir todo el mundo grita:

-¡¡¡OLE!!

Y a ella se le ilumina la cara.

Lo ha conseguido.

Está feliz, contenta, hasta que, al segundo descubre, que la gente no ha dicho “ole” por ella, por su belleza: sino únicamente porque un jugador de la selección española ha dado un buen pase: nadie la mira.

Y su sonrisa se quiebra y, en su cara, no queda más que un desierto.

De arena.

De tristeza.

Y mi amigo Fabián me pregunta que qué me pasa y yo le digo que no me pasa nada.

Esa mujer está muy triste.

Y no sé cuando dejará de estarlo: cuando lloverá en ese desierto que es su cara: ríos de lluvia: afluentes: cuando saldrá, de allí, una sonrisa.

Que el desierto deje de ser un desierto y se convierta en un bosque.

De vuelta a casa miro los periódicos de Internet.

Todos hablan del 3-1.

Pero ninguno habla de esa señora.

Y, para mí, es lo más importante que ha pasado en el día.

Esta es la noticia:

“A PESAR DEL 3-1 LOS HOMBRES SEGUIMOS SIENDO UNOS MONOS”

Y, esta, mi denuncia para la policía:

“HAY UNA VIEJA TRISTE”

Y, este, es mi rezo:

“QUIERO MORIR PRONTO. YA ME CANSÉ DE ESTE MUNDO. Y ME DA IGUAL QUE NO HAYA OTRO: ¡QUÉ DESCANSO!”

Se me pasará… sólo tengo que olvidar a esa vieja.

Yo también: hacer como si no existiera.

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