Mi amigo Fabián me llama:
-Mi novia se ha ido de casa.
Y le noto lloroso: y voy hasta su casa: aun maldiciéndome: porque lo que realmente quiero es quedarme en casa escribiendo: terminar mi novela.
Paso toda la tarde con él: incluso lo acompaño a un bar a ver el España-Túnez: pero no paro de estar nervioso, de decirme:
-Debería de estar en casa escribiendo. Voy muy retrasado con mi novela.
La pantalla del bar está sobre los baños: baños de hombres, baños de mujer:
una mujer entra en el bar: me fijo en ella: acaba de llegar del trabajo: es cajera de un supermercado: viste con el uniforme: es bastante fea: flaca, arrugada, sin curvas, vieja: pero está enamorada: se le nota a la legua: la cajera del supermercado ha entrado donde todos los hombres estamos viendo el fútbol: nadie la ha mirado: por lo fea que es: hace poco, en el televisor, enfocaron a dos bellas mujeres que, en el estadio, animaban a la selección española: eran muy guapas: jóvenes: alguien gritó:
-¡MENUDOS MELONES ESPAÑOLES!
Pero la cajera del supermercado ha entrado y nadie la ha mirado: es una mujer: pero como si no lo fuera: tiene una raja en el chocho: nada más: por lo demás como si fuera un hombre: la cajera del supermercado busca a su marido (o quizá a su novio): lo encuentra: su novio está frente al televisor: con más amigos: bebiendo jarras de cerveza: se le acerca y este ni se inmuta: ella le besa, él la aparta:
-Coño –dice- el partido.
Me fijo en su novio (o su marido): también sobre los 50 años: gordo: vulgar: trabajará en algo relacionado con la construcción: la camisa de botones abierta hasta la barriga: la piel cubierta de pequeños pelos rizados: piel morena: manos gruesas: medio borracho por la cerveza y por los amigos: me pregunto si esa clase de personas, tan rudas, tan neandertales, sienten el amor: si pueden llorar por amor: trato de imaginar a ese hombre llorando por amor: no creo que pueda: es un hombre del ayer: de esos que creen que decir “te quiero” es sólo cosa de mujeres: esos hombres sólo lloran por dinero: cuando se quedan sin nada: sin trabajo: yo los he visto.
La mujer queda parada, al lado de su hombre y, este, ni la mira: es como si ella no valiera más que una colilla: es que ella es una colilla: basura del suelo: la mujer fea piensa: quiere que su novio (o marido) la mire: que sus amigos la deseen: dejar de ser invisible: se va al baño que está bajo el televisor: todo el mundo grita: España no marca.
-¿CÓMO NOS VAN A GANAR ESOS MOROS? –grita alguien.
Yo, espero impaciente que la mujer fea salga del baño: ella ha entrado en ese baño con un firme propósito ¿Cuál es? ¡Quiero saberlo! ¡Algo planea! ¡Estaba decidida! Vi determinación en su mirada.
La mujer, vieja y fea, sale del baño.
Ha tardado 15 minutos.
Está maquillada.
Se ha esmerado.
Pintado mucho.
Y nada más salir todo el mundo grita:
-¡¡¡OLE!!
Y a ella se le ilumina la cara.
Lo ha conseguido.
Está feliz, contenta, hasta que, al segundo descubre, que la gente no ha dicho “ole” por ella, por su belleza: sino únicamente porque un jugador de la selección española ha dado un buen pase: nadie la mira.
Y su sonrisa se quiebra y, en su cara, no queda más que un desierto.
De arena.
De tristeza.
Y mi amigo Fabián me pregunta que qué me pasa y yo le digo que no me pasa nada.
Esa mujer está muy triste.
Y no sé cuando dejará de estarlo: cuando lloverá en ese desierto que es su cara: ríos de lluvia: afluentes: cuando saldrá, de allí, una sonrisa.
Que el desierto deje de ser un desierto y se convierta en un bosque.
De vuelta a casa miro los periódicos de Internet.
Todos hablan del 3-1.
Pero ninguno habla de esa señora.
Y, para mí, es lo más importante que ha pasado en el día.
Esta es la noticia:
“A PESAR DEL 3-1 LOS HOMBRES SEGUIMOS SIENDO UNOS MONOS”
Y, esta, mi denuncia para la policía:
“HAY UNA VIEJA TRISTE”
Y, este, es mi rezo:
“QUIERO MORIR PRONTO. YA ME CANSÉ DE ESTE MUNDO. Y ME DA IGUAL QUE NO HAYA OTRO: ¡QUÉ DESCANSO!”
Se me pasará… sólo tengo que olvidar a esa vieja.
Yo también: hacer como si no existiera.