A mi tío B, tras su reciente operación de corazón, le dan el alta: pero el médico le prohíbe hacer fuerzas:
-¿Me acompañas en el avión? –pregunta mi tío B- No debo cargar con las maletas.
Pienso: odio volver a casa, a mi isla: Gran Canaria: odio mi casa: odio los recuerdos que me traen: mi pasado allí me debilita: en esa ciudad viví sin vivir: me dejé llevar como si yo no fuera nadie: ahora vivo en otra isla: la isla desierta de Fuerteventura: en una casa desierta: sin muebles: aquí he vuelto a nacer: aquí estoy luchando por mis sueños: estoy escribiendo un libro: cuando estoy muy solo grito a las paredes: y persigo a mi perra: porque la odio: necesito desahogarme: quiero matarla a golpes pero, cuando la atrapo, la beso, la abrazo, le pido perdón. Las paredes, blancas, me preguntan:
-¿Quién eres?
-No soy nada: aun estoy escribiéndome. Pero cuando salga de esta casa seré un super héroe. Voy a salir de esta isla siendo un super escritor.
-¡Nunca saldrás de esta casa –me gritan las paredes– de esta isla!: aquí morirás: nunca conseguirás convertirte en escritor: nunca terminarás tu libro. Nosotras te observamos, te conocemos: no eres más que un loco sobre valorado por “20 minutos”. Estás atrapado en un sueño.
…
En el aeropuerto hacemos cola para facturar el equipaje y sacar la tarjeta de embarque: la azafata de “Binter” me dice que no puedo usar mi billete de avión:
-Tienes que darme tu documento nacional de identidad. Este billete es de residente (los que residimos en las islas Canarias tenemos descuento por viajar entre las islas)
-Lo he perdido (por tercera vez este año). Pero te estoy dando mi pasaporte –le digo a la azafata- es un documento oficial: y tiene los mismos datos de residencia que el DNI.
-La política de la compañía nos prohíbe hacer el descuento de residente a los viajeros que sólo presenten el pasaporte. Si quieres usar este billete tienes que pagar 23 euros de suplemento.
Pago, sin rechistar, los 23 euros: sin mirarla mal: es injusto, pero no es su culpa: ella no es la directora de la compañía: es cierto que me ha hablado con tono de resabida: me ha despreciado: me ha hablado como el que habla a un pesado: pero lo ha hecho para que yo no pierda el tiempo discutiendo: para que yo tenga claro que no va a ceder: he de pagar: lo estoy haciendo: no quiero que crea que soy un muerto de hambre que se muere por pagar 23 euros de más: realmente soy un muerto de hambre: no tengo nada de dinero ahorrado: pago esos 23 euros sin temblar… las azafatas de “Islas Airways” nunca me ponen pega cuando viajo con el pasaporte: es la última vez que viajo con “Binter”: ella ha visto en el pasaporte que soy de la isla de Gran Canaria: seguro que ella es de la isla de Tenerife: islas vecinas: y, como todos los vecinos del mundo, enfrentados estúpidamente por razones políticas: de dinero: yo siempre paso de esas paranoias irracionales: pero ahora siento odio irracional por la azafata: por la isla de Tenerife: recuerdo a la camarera que me follé: era de Tenerife: no la pienso volver a llamar en la vida (aunque me gusta mucho): así que, mientras pago, hablo mentalmente con la azafata:
–Me he follado a una de tu tierra y voy a pasar de ella. Chúpate eso jodida puta. Y si te follara a ti también pasaría de ti. Las mujeres sólo sirven para sacar semen y, desde que se dan cuenta de esa realidad, se convierten en unas resabidas indignadas que protestan por todo.
La azafata me entrega, con un golpe en el mostrador, la tarjeta de embarque: yo trato de tranquilizarme: me siento mal por pensar cosas así sobre las mujeres: por ser tan demente: pero es que estoy rabioso: trato de consolarme recordando a Nietzsche: Nietzsche era un genio, sí, pero también un reprimido sexual que decía barbaridades sobre las mujeres:
-“La mujer aprende a odiar en la medida que va dejando de atraer” –escribió en “Más allá del bien y del mal”.
-Venga Rafa, vamos, no es para tanto –me digo-. No te vuelvas loco por una tontería así. Ella no te está despreciando: ella está haciendo su trabajo: siendo firme: venga, trata de quitarte de la cabeza esas ganas que tienes de aplastarle la cabeza contra el piso y patearla hasta matarla.
El corazón me sigue latiendo con rabia mientras, mi tío y yo, pasamos la zona de los detectores de metales: los detectores siempre me recuerdan a lo sucedido en las torres gemelas: mientras paso la zona de los detectores de cualquier aeropuerto siempre busco a un árabe sospechoso: y si veo a alguno con un maletín, con una mochila, le miro mal: muy mal: siempre miro a los ojos de los guardias civiles, del personal de seguridad: para ver si sospechan de mi: para ver si creen que soy un terrorista… soy inocente: juro que soy inocente: me gustaría estar en un avión secuestrado por Al Qaeda: me gustaría revelarme contra ellos: reducir a un grupo de terroristas: ser un héroe: salir en todos los periódicos:
… suena un aviso por los altavoces: nuestro vuelo sufre retrazo: de una hora: yo pienso que es mentira: estoy seguro que no hay motivo para retrazar el despegue: todo es cosa de la azafata antipática: ha pedido a sus superiores que el avión salga una hora más tarde: con un único propósito: joderme: a mí: esa azafata me odia: quiero volver: quiero romperle la cara: me siento con mi tío en una de las cafeterías terrazas del aeropuerto: yo como un bocadillo de salami con queso: él un trozo de bizcocho: y un vaso de leche: era lo único que tenían sin sal: por la operación no puede comer nada con sal: miré con cara de odio a todas las camareras y a todos los camareros de esa cafetería: por no tener más variedad de alimentos sin sal: los odié a todos: yo quería que mi tío se comiera un buen bocadillo de jamón y queso sin sal:
-Hijos de puta.
Mi tío, mientras mastico, ve mi cara: estoy rojo de rabia: me pregunta que qué me pasa:
-No me pasa nada –respondo.
…
Ya, tras el viaje, por fin en Gran Canaria, nos va a buscar al aeropuerto mi tío F: mi tío F me pegaba palizas de pequeño: me maltrataba. Me pongo nervioso cuando lo veo acercarse, saludarme. He escrito sobre él en mi diario secreto de Internet: no sé si lo ha leído, si está enfadado, si se enfrentará a mi: si me pedirá explicaciones: ver a mi tío F me produce terror: hasta que analizo su cuerpo: es oficinista: mucho más bajito que yo: su brazos son flacos: flaquísimos: me río de sus brazos: de pequeño, mientras me pegaba, una vez le dije, con rabia, con lágrimas en los ojos:
-Algún día creceré. Y ese día te pegaré yo a ti.
-Tú nunca serás más fuerte que yo –me respondió.
Ahora lo soy: sin duda, podría partir a mi tío F por la mitad, sin demasiado esfuerzo: he crecido: me he hecho grande, gordo, fuerte, ancho: más que él: pero, sobre todo, he conseguido mi sueño: que me paguen por escribir: en cambio, él, tienen un trabajo que odia: su esfuerzo, su carrera de arquitectura no le ha servido para nada: trabaja en una oficina, llevando la contabilidad: con un miserable sueldo: nos saludamos afectuosamente: hablamos con mi tío B, de su operación: caminamos hasta su coche: dentro, nos espera su hijo de 10 años: la misma edad que tenía yo cuando él me pegaba: miro a su hijo: y mi tío F, me mira de reojo: sabe en qué estoy pensando:
-¿Qué te parecería que yo pegara a tu hijo como tú me pegabas a mi? –le digo mentalmente.
Saco una caja de bombones de mi bolsa de viaje: sabía que mi tío F nos iba a ir a buscar, con su hijo: y he traído la caja de bombones para su hijo: su hijo los acoge, contento: parece un niño feliz: no parece que su padre le pegue: y eso me alegra mucho: nos subimos al coche: arranca: miro hacía atrás… tengo la sensación que he dejado un bulto sin subir al coche: tengo la sensación de que, mientras avanza el coche, he dejado parte de mi doloroso pasado atrás: sobre el suelo del aparcamiento: en un bulto: un bulto de odio: que nadie lo abra: que nadie lo viva.
Nota.-Dedicado a Sergio R.M. Gracias por tu mensaje de apoyo.
Nota 2.- Premio Anais Niin Scooby Doo Fernández al mejor comentario de ayer.