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¿Parques temáticos sobre la historia europea? Puy du Fou como ejemplo

En la redacción, a la vuelta del verano, mi compañera Melisa me habló con entusiasmo de sus vacaciones en Francia. Veinte días en familia, recorriendo un trocito del país vecino y visitando lugares pintorescos, como el parque temático histórico de Puy du Fou, en la comarca de la Vendée. Una experiencia envidiable de la que espero poder disfrutar algún día, y que ella revivió –plena de datos, fotografías e impresiones– en su blog.

Hay varias conversaciones recurrentes entre historiadores: la de cómo hacer para acercar la historia a los ciudadanos sin resultar ni aburrido ni elitista es una de las que con más frecuencia se repiten. Se ha avanzado mucho: propuestas museísticas con reforzada intención didáctica (sobre todo en el campo de la arqueología); recreaciones hechas por profesionales (estas solían estar impulsadas más por aficionados entusiastas) o recorridos históricos que escapan a la obsesión por el dato descontextualizado tan caro a los licenciados en Turismo (aprovecho para recomendaros las rutas por Madrid de mi amigo Pedro, historiador especializado en Historia de la capital que tantísimo sabe).

De lo que no tenía noticia, y me ha sorprendido, es que existiera un verdadero parque temático histórico como el de Puy du Fou (mi idea de estos lugares estaba quizá condicionada por Terra Mítica y engendros pesadillescos similares). Pero lo que para nada me ha causado sorpresa es que algo así hubiera sido pensado y construido en Francia. ¿Por qué? Creo que ya lo he comentado alguna vez aquí: la relación de Francia con su pasado, sin ser modélica (en ningún país lo es), sí que resulta envidiable si se compara sin ir más lejos con la nuestra.

Puy du Fou

Uno de los espectáculos, en este caso medieval, en Puy du Fou (MADRE RECIENTE)

Puy du Fou es una especie de sofisticado ‘lugar de memoria’ (comparte parte de ese espíritu que Pierre Nora dio a su magna obra: no por casualidad el parque se fundó casi en las mismas fechas en las que el gran historiador comenzó a elaborar sus ‘lieux’), sito precisamente en una de las comarcas galas que más ríos de tinta (y de sangre) ha generado. La rebelión de los campesinos de la Vendée viene enfrentando a la derecha y la izquierda desde la Revolución francesa, y en este sentido no deja de ser significativo que el fundador del parque sea un político y eurodiputado conservador (ha sido descrito como un Le Pen ‘a la izquierda’ de Le Pen) con importantes vínculos familiares en la región.

No quiero seguir por este camino. Como deslizaba Melisa en su post, no parece que esta condición política sea un inconveniente para disfrutar de los espectáculos propuestos, salvo –supongo– que seas una especie de jacobino irredento. Pero ese es otro tema. Lo que me pregunté al saber de la existencia de Puy du Fou es por qué no existen más propuestas similares, en España, claro, pero también en otros lugares de Europa. Si algo tenemos los europeos es historia, demasiada historia a veces, por lo que no sería complicado extraer de la línea del tiempo unos cuantos acontecimientos (sin evitar lo trágico, no hace falta a estas alturas edulcorar nuestros pasados) que, limados por el tamiz de la recreación, suscitaran en la gente el deseo de saber más… y sobre todo de saber mejor.

Los europeos somos incapaces de encontrar un nexo pretérito que nos una (las celebraciones del centenario del comienzo de la I Guerra Mundial han tenido un perfil taimado, muy poco transnacional). Las historias nacionales han atomizado tanto el conocimiento del pasado que revertir esa situación llevará muchos años, si es que alguna vez se consigue del todo. No se trata, como decía con algo de fatalismo el otro día el ya jubilado Álvarez Junco, de que seamos incapaces de llegar a cierto grado de consenso sobre la historia, sino de imaginar para las generaciones futuras nuevas posibilidades con las que alumbrar un pasado de verdad común. A mí, que me paso casi todo el tiempo entre libros, esta idea de sembrar Europa de pidifús me parecería muy positiva.