Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

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Shock británico en el Día de Europa

David Cameron roza la mayoría absoluta. Lo logre o no, es un grandísimo resultado. Gobernará, y con una holgada mayoría. El Partido Conservador británico no solo ha derrotado a los laboristas de Ed Miliband, quien ya está haciendo las maletas, sino también a las encuestas previas y al estado general de la opinión pública… continental.

El triunfo de Cameron es un dolor de cabeza para Bruselas. Las primeras reacciones entre los parlamentarios europeos, recogidas por Politico, expresan sorpresa y resignación. Sorpresa por unos resultados que pocos esperaban y resignación porque el temido Brexit está hoy mucho más cerca que ayer. Quedan dos años para el prometido referéndum, y nos vamos a hartar de debatir.

Cameron y Merkel en 2014.

Cameron y Merkel en 2014.

Escribía el a menudo perspicaz Timothy Garton Ash antes de las elecciones que estos comicios iban a ser profundamente europeos. Europeos, decía, por el escenario de pactos y alianzas que se proyectaba en el horizonte. El resultado ha borrado de un plumazo la posibilidad de asistir a ese juego de alianzas, pero no el carácter europeo de los comicios, aunque en un sentido perverso.

El nacionalismo a pesar de la derrota del derechista y eurófobo Nigel Farage (UKIP) ha ganado la partida en las islas, lo mismo que está haciendo en gran parte del continente. El egoísmo, en gran medida injusto, que se atribuye a los políticos y al electorado británicos no es muy diferente, en esencia, del que se acumula y difunde por Europa (Francia, Grecia, Hungría…). No hay excepción británica aquí.

El habitual ensimismamiento de Bruselas ante los hechos sobrevenidos no augura una respuesta contundente a la altura del reto. Quizá la velocidad, en un asunto tan complejo y con tantas aristas como las relaciones entre Reino Unido y la UE, no sea buena consejera, pero Europa necesita más que nunca moverse y disipar las dudas sobre el proyecto. El Día de Europa no ha empezado demasiado bien para casi nadie a este lado del canal.

El Día de Europa, ¿una fiesta nacional?

Lo divertido de las fiestas nacionales es vivirlas divididas, en un ambiente enrarecido de mala leche contenida. Están, por un lado, los refractarios a cualquier celebración patriótica (seguidores tuertos de Brassens, la mayoría). Y están, por otro, aquellos que se bañan en fervor nacionalista, como hordas de hinchas que se desmadran alrededor de las fuentes.

Las fiestas nacionales son así. Ya sea por cainismo, como en España, o por llevar la contraria, como en Francia, celebrar la patria, en abstracto, levanta pasiones encontradas, críticas sutiles y odios furibundos. ¿Y la patria europea? Pues no tanto. Europa tiene su día, como casi toda persona, animal o cosa en el mundo: un día para una idea.

(IMAGEN: Gtres)

(IMAGEN: Gtres)

Una jornada que suele transcurrir modestamente y sin celebraciones institucionales de altura (y lo más importante para el pueblo: ¡sin que sea festivo!). Un día que sí, sirve para difundir los valores europeístas, glosar de pasada a Schuman, hacer memoria, recontar los dramas del presente o escribir un post. No es poco, pero quizá no es suficiente. Para que el Día de Europa sea una fiesta de veras nacional, hace falta evocar un sentimiento paneuropeo.

Y es que el sentimiento europeísta es un sentimiento sospechoso. Demasiado cerebral para unos y demasiado impostado para otros. Es, casi, un ultrasentimiento. Algo así como decir: yo ya superé los bajos instintos nacionalistas del pasado, pero Europa me atrae, y como no tengo herramientas idiomáticas para decirlo mejor, diré que me atrae raciosentimentalmente.

Escribo como una forma de expiación. Porque si realmente lo de hoy fuera una Fiesta Nacional, yo no la celebraría (por lo de llevar la contraria, no por Caín), pero como se trata de una en miniatura, una fiesta que tiene más de happening solidario que de evento marcial (no en vano Europa no tiene ejército, lo que nos ahorra el desfile), me sumo a ella. Y como ya están los políticos y las instituciones para alertar de la abstención, lo haré recomendando un libro: Dark Continent.

¡Feliz día!